Capitulo 48

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- No se preocupe — dijo el hombre —, encontraremos al tipo.

- ¿Y después qué? — preguntó Niall.

- Eso tendrá que decidirlo un tribunal.

Niall lo miró de arriba abajo y soltó un gruñido, asqueado. Tribunales. No entendía cómo un tribunal moderno podía permitir que un animal así estuviese suelto.

- Sé que todo esto es duro — comentó el agente —. Pero necesitamos que compruebe si se ha llevado algo, doctora Klein.

Ella asintió.

A Niall le sorprendió el coraje que demostró al desprenderse de su abrazo y limpiarse las lágrimas. Comenzó a inspeccionar todo aquel desastre. Él se arrodilló a su lado; quería estar cerca por si lo necesitaba de nuevo.

Después de comprobarlo todo concienzudamente, Victoria cruzó los brazos sobre el pecho y lanzó una rápida mirada al agente.

- No falta nada — le dijo, y salió de la habitación para ir a la suya.

Entró en ella con mucha aprensión. Un rápido vistazo le indicó que su dormitorio había sufrido los mismos daños que el de sus padres. Había registrado meticulosamente tanto la ropa de Niall como la suya. Toda la lencería estaba tirada por el suelo, había desgarrado las sábanas y el colchón estaba ladeado.

Ojalá Rodney hubiese encontrado la espada de Niall bajo la cama y hubiese cometido el error de tocarla. Eso sí que habría sido una justa recompensa.

Pero no la había visto. De hecho, el escudo aún seguía apoyado sobre la pared, junto a la cama, donde él lo dejó.

Victoria se sentía casi violada al contemplar toda su ropa esparcida por la habitación; como si las manos de Rodney hubiesen tocado su cuerpo.

En ese momento, vio la puerta del vestidor ligeramente abierta. Estaba muerta de miedo mientras se acercaba para abrirla y mirar en el interior. Entonces se sintió como si el tipo le hubiese arrancado el corazón y lo hubiese aplastado.

- Mis libros — murmuró.

Niall cruzó la habitación para ver lo que Victoria estaba mirando. Se quedó sin respiración al llegar junto a ella.

Todos los libros habían sido destrozados.

- Mis libros no — balbució, cayendo de rodillas.

Le temblaba la mano al pasarla sobre las hojas de los libros que su padre había escrito. Eran irremplazables. Jamás podría abrirlos de nuevo y escuchar su voz hablándole desde el pasado. No podría abrir Belleza Negra y oír a su madre mientras se lo leía.

Todo había desaparecido.

Rodney Carmichael acababa de matar de nuevo a sus padres.

Victoria se fijó entonces en lo que quedaba de su ejemplar de La Ilíada. Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar la expresión de Niall mientras pasaba sus páginas. Las horas que habían pasado juntos mientras ella lo leía.

Habían sido unos momentos muy especiales, mágicos; los dos tumbados frente al sofá, perdidos en la historia, como si hubiesen estado en un reino privado, sólo de ellos dos. Su propio paraíso.

- Los ha destrozado todos — murmuró —. ¡Dios! Ha debido pasar horas aquí.

- Señora, sólo son…

Niall agarró al agente Reynolds por el brazo y lo sacó de la habitación.

- Para ella son mucho más que simples libros — le dijo entre dientes —. No se atreva a burlarse de su dolor.

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