capitulo 43

138 4 0
                                    

 Ella lo sostuvo en alto y sonrió.

- ¡La Ilíada!

Niall se animó al instante y los hoyuelos relampaguearon en su rostro.

- Cántame, ¡Oh Diosa!

- Muy bien — respondió ella, sentándose a su lado —. Y esto te va a gustar todavía más: es una versión bilingüe; con el original griego y la traducción inglesa.

Y se lo dejó para que lo viera.

La expresión de Niall fue la misma que habría puesto si le hubieran entregado el tesoro de un rey.

Abrió el libro y, de inmediato, sus ojos volaron sobre las páginas mientras pasaba la mano reverentemente por las hojas, cubiertas con la antigua escritura griega.

Era incapaz de creer que estuviese viendo de nuevo su idioma escrito, después de tanto tiempo. Hacía una eternidad que no lo leía en otro lugar que no fuese su brazo.

Siempre le habían encantado La Ilíada y La Odisea. De niño, había pasado horas oculto tras los barracones, leyendo pergaminos una y otra vez; o escabulléndose para escuchar a los bardos en la plaza de la ciudad.

Entendía muy bien lo que sentía Victoria por sus libros. Él había sentido lo mismo en su juventud. A la más mínima oportunidad, se escapaba a su mundo de fantasía, donde los héroes siempre triunfaban, los demonios y villanos eran aniquilados, y los padres y las madres amaban a sus hijos.

En las historias no había hambre ni dolor, sino libertad y esperanza. Fue a través de esas historias como aprendió lo que eran la compasión y la ternura. El honor y la integridad.

Victoria se arrodilló junto a él.

- Echas de menos tu hogar, ¿verdad?

Niall apartó la mirada.

Sólo echaba de menos a sus hijos.

Al contrario que a Kyrian, la lucha nunca le había atraído. El hedor de la muerte y la sangre, los quejidos de los moribundos.

Sólo había luchado porque era lo que se esperaba de él.

Y había liderado un ejército porque, como bien dijo Platón, cada ser humano está capacitado por naturaleza para realizar una actividad a la cual se entrega.

 Por su naturaleza, Niall siempre había sido un líder y no podía seguir las órdenes de nadie.

No, no lo echaba de menos, pero…

- Fue lo único que conocí.

Victoria le rozó el hombro, pero fue la preocupación que reflejaban sus ojos grises lo que le desarmó.

- ¿Querías que tu hijo fuese un soldado?

Él negó con la cabeza.

- Jamás quise que truncaran su juventud como les ocurrió a tantos de mis hombres — contestó con la voz ronca —. Bastante irónico, ¿no es cierto? Ni siquiera le habría permitido que jugara con la espada de madera que Kyrian le regaló para su cumpleaños; ni le hubiese dejado tocar la mía mientras estuviese en casa.

Victoria enlazó las manos en su cuello y tiró de él para acercarlo. Sus caricias eran tan increíblemente relajantes…

Hacían que la soledad doliese aún más.

- ¿Cómo se llamaba?

Niall tragó saliva. No había pronunciado los nombres de sus hijos desde el día de su muerte. No se había atrevido pero, no obstante, quería compartirlos con Victoria.

Leyenda de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora