XXXII

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–Vale –dijo Nicolás mientras ataba la camiseta sobre sus ojos, tapando por completo la visión de Iván–. Antes de empezar, es importante que tengas la mente completamente limpia.

–¿Tengo que hacer algo en concreto para conseguirlo?

–Intentar relajarte.

–¿Y se supone que tener los ojos cerrados debería ayudarme?

–No.

–¿Entonces para qué sirve?

Nicolás empujó al chico ejerciendo fuerza con una de sus manos sobre su pecho desnudo. Después, pareció hacer algo antes de responder.

–La pérdida de un sentido agudiza el resto. Para eso es para lo que sirve.

Iván sintió sus pulmones inundarse en oxígeno.

Lo siguiente que notó fue los dedos de Nicolás haciendo contacto con sus muñecas, llevando ambas hacia atrás, extendiendo sus brazos.

–Imagina que vuelves a ser un niño pequeño –dijo mientras envolvía las muñecas del chico con algo. Iván habría jurado que era su propia camiseta. ¿Qué estaba tratando de hacer?

–¿Vas a atarme? –Le preguntó.

–Si no te callas ni dejas de preguntar cosas, esto no va a funcionar.

Se le escapó una ligera sonrisa.

–Imagina que vuelves a tener cinco años –insistió Nico. Iván tiró de sus muñecas para comprobar que, efectivamente, estaban atadas a una de las barandas de la cama–. E imagina que estás completamente solo en una isla paradisiaca.

Lo único que Iván oyó por un par de segundos fue el crujir de la cama, justo antes de que Nicolás susurrase a apenas centímetros de su oído:

–Respira –Dijo posando su mano sobre el corazón de Iván.

El chico era capaz ahora de escuchar sus propios latidos, a la vez que respiraba e intentaba calmarse. Aquello era extraño, más extraño incluso que masturbarse junto a él. ¿Qué se suponía que estaban haciendo, en realidad? ¿Estaba todavía a tiempo para detener aquello?

No lo hizo.

–¿Cómo te sientes?

­–Tranquilo.

–Imagina que te sumerges en el mar de la playa. Para ti parecen solo un par de minutos, pero pasan años hasta que vuelves a salir. Una vez que vuelves a la orilla, ya nada es igual en tu interior. Tu paz, tu tranquilidad, comienzan a desaparecer.

A la vez que hablaba, Nico había empezado a acariciar los músculos de Iván. Primero sus pectorales, y luego pasó a la zona del abdomen, deteniéndose en la ingle. Los vellos del chico iban tornándose de punta según eran acariciados, y una sensación de intranquilidad se iba generando sobre su vientre.

-Empiezas a tener más definidos cada uno de tus músculos, tu entrepierna ha duplicado su tamaño, y ya tienes pelo incluso bajo los brazos. Ya no eres un niño, y eres capaz de sentirlo. Tu cuerpo empieza a tener necesidades, pero sigues estando completamente solo en esa isla.

La mano de Nico seguía sobre su ingle, y poco a poco iba introduciendo sus dedos no solo por dentro de su pantalón, sino también de su bóxer, haciendo que las pulsaciones de Iván aumentaran de ritmo.

-Y entonces, un día, la marea te regala a la chica más hermosa del mundo.

Introdujo su mano por dentro de las dos prendas de ropa, e Iván sintió el roce de sus dedos con su miembro. Empezó a morderse los labios.

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora