XXXV

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Comer esa nueva ración de puré bien podría haber sido la peor idea que Iván había tenido en toda su vida.

En un principio, no sintió absolutamente nada. No fue hasta que llevaba poco más de medio plato cuando comenzó a sentirlo. Era como una especie de cansancio, como si de repente llevara más de un día sin dormir. Primero pensó que sería algo casual, y cuando cayó en la cuenta de que debía ser a causa de la comida que estaba tomando, era demasiado tarde.

Comenzó a marearse justo después de que su plato de comida cayera al suelo y se estampara en mil pedazos, ensuciando de restos de comida la superficie de El Purgatorio. Iván intentó concentrarse en no perder la consciencia. Le habían tendido una trampa, y sabía que, si se quedaba dormido, algo malo ocurriría.

Ahora entendía el motivo por el que la otra persona había insistido en entregarle la nueva ración de comida. Querían dormirlo. Dormirlo para... Para...

Lo último que Iván hizo fue levantar la vista al oír la puerta de la habitación abrirse, creyendo que sería Nicolás.

Pero la persona que entró no era Nicolás.

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora