IV

1.5K 102 8
                                    

Iván fue capaz de notar sus piernas flaquear. De repente, se sentía incluso algo mareado. Encerrado. Estaba encerrado en aquella habitación. No. Tenía que ser una pesadilla. No podía ser real. No.

-Tranquilo –lo consoló el otro chico-. Tengo la teoría de que es solo temporal, no creo que merezca la pena preocuparse.

-¿Que no crees que merezca la pena preocuparse? –Le espetó Iván.

El adolescente se encogió de hombros.

-¿Ayudaría?

Iván lo miró a los ojos, y por un momento pensó que tenía ganas de estrangularlo tan solo por su actitud.

-Por cierto, mi nombre es Nicolás -sonrió, como si de veras no se encontrase retenido entre esas cuatro paredes-. ¿Y el tuyo?

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora