XI

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-Empieza tú –le dio pie Nicolás mientras se medio incorporaba en su cama.

-Pues... ¿De dónde eres?

-¿Te has decidido a no seguir haciendo preguntas estúpidas? –Le preguntó el otro chico.

-Es mi turno de pregunta.

Nicolás sonrió, y tardó un tiempo en contestar.

-Soy de Mérida. ¿Y tú?

Iván también era de Mérida, lo cual tenía sentido. Era más lógico si los dos chicos secuestrados procedían del mismo sitio, ¿no?

-Yo también soy de Mérida –Respondió Iván-. Aunque no creo haberte visto nunca.

Nicolás se encogió de hombros.

-No, tú tampoco me suenas demasiado –hizo una pausa y pensó en su siguiente pregunta-. ¿Qué es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre?

-Juego al fútbol en un equipo, y... No sé, salir con mis amigos, y ese tipo de cosas. ¿Y a ti?

Iván no terminaba de creer que estuviera manteniendo una conversación tan natural con ese chico, pero también notaba que hacerlo le ayudaba a olvidarse de que estaba encerrado.

-Escribir, y dibujar. También salgo de vez en cuando con amigos, pero lo que más me gusta hacer es eso, dibujar y escribir. Y es lo que más echo de menos.

-¿Más que a tu familia y amigos?

-Bueno... Echo de menos a algunas personas, pero son pocas las que llegan a ser tan valiosas como una libreta en blanco. Estoy seguro de que a veces un cuaderno y un bolígrafo pueden hacer mucha mejor compañía que una persona.

Iván se quedó mirándolo sin decir nada, impactado por la forma de hablar que acababa de emplear el otro chico. Nicolás debió notarlo, porque añadió:

-Si vamos a pasar tiempo juntos vas a tener que acostumbrarte a que hable de esta forma.

Ese chico comenzaba a resultarle más interesante que en un principio. Parecía extraño, alguien distinto a las personas con las que Iván estaba acostumbrado a tratar.

-Entonces... ¿Eres un tipo solitario, y filosófico?

Se encogió de hombros.

-A veces, sí.

-Eso no encaja demasiado con tu sentido del humor. A decir verdad, tenías pinta de abusón del recreo.

-¿Abusón? Siento decírtelo, pero no se te da nada bien juzgar las apariencias... Si yo tuviera que juzgarte a ti, por lo que me has contado, diría que eres el típico jugador de fútbol que se las da de creído e intenta presumir de su novia, su físico o su masculinidad siempre que puede. Un chico que intenta aparentar más de lo que es, para así poder tapar sus carencias. Me gusta ese tipo de personas, sobretodo cuando se dan cuenta de que no consiguen ser lo que aparentan.

-¿A qué viene esa manera de prejuzgarme tan negativamente? –Preguntó mientras intentaba pensar en si Nicolás había acertado con su análisis.

El chico lo miró sin decir nada por un par de segundos, y durante un momento, Iván llegó a creer que estaba enfadado.

-Tú has hecho lo mismo conmigo. Y si no te gusta, siempre podrás demostrarme que me equivoco, ¿no?

-Ten pon seguro que voy a hacerlo.

-¿Significa eso que me equivoco?

-En parte.

Nicolás esbozó una mueca antes de seguir hablando.

-Si te soy sincero –dijo-, me gustaría poder estar aquí encerrado el tiempo suficiente como para descubrirte, Iván.

Iván. Era la primera vez que decía su nombre. Y escuchar cómo lo decía le había hecho sentirse, de alguna forma, especial.

-Si te soy sincero, me gustaría salir de aquí antes de tener demasiadas ganas de arrancarte la cabeza, Nicolás.

Él rodó los ojos.

-Si me llamas Nico, prometo hacer todo lo posible para no incitar tu odio hacia mi persona.

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora