XLIV

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Los labios de Nicolás sabían muchísimo mejor que la comida que servían en El Purgatorio. Besarlo era prácticamente como volver a estar fuera de la habitación. Iván podía cerrar los ojos e imaginar que la lluvia caía sobre ellos dos, que el viento volvía a soplar sobre sus cuerpos, que volvía a ver las estrellas. Cada caricia era una estrella sobre el cielo, cada beso una gota de agua, cada respiración un mundo entero.

Apretó al chico más todavía contra él y deseó no tener que separarse nunca. Siguió besándolo en los labios, después besó su cuello, y más adelanté sintió que su erección había renacido entre sus piernas, de manera que agarró los muslos del chico clavando en ellos las yemas de sus dedos.

–Iván... –Dijo Nicolás.

–No, calla.

Tenía más ganas de hacer el amor con él de las que había tenido nunca.

Se inclinó de nuevo para besarlo a la vez que iba ascendiendo sus manos y meciendo su cuerpo contra él.

–Iván.

Las pulsaciones del chico estaban más elevadas que nunca. Tiró de Nicolás hacia él y pegó su pelvis contra el cuerpo del otro chico.

–¡Para! –Nico lo detuvo en seco y se apartó.

Iván se quedó bloqueado, sin saber siquiera como reaccionar.

El otro chico se abrazó las piernas.

–No quiero hacer esto. Al menos, no todavía.

Dios. Joder. ¿Qué demonios acababa de pasar? Había intentado hacer el amor con él. Iván había intentado hacer el amor con él y este lo había rechazado. Había intentado... Dios... Había intentado hacer el amor con otro chico.

¿Qué demonios le estaba pasando? ¿Cómo podía siquiera haber intentado algo como eso? ¿Acaso...? ¿Entonces sería real? ¿Sería todo eso real? ¿De veras era gay? ¿De veras tenía razón la persona que lo había encerrado allí? ¿Acaso estaba enamorado de Nicolás?

Iván se llevó las manos al rostro justo cuando comenzó a sentir que su cabeza dolía ligeramente. Por unos segundos no escuchó otra cosa que sus propias pulsaciones. Después, incluso con los ojos cerrados, comenzó a verlos.

Estaban todos y cada uno de ellos.

El chico al que insultó con solo siete años, con el que usó la primera vez la palabra maricón, lo miraba como si fuese la cosa más despreciable del mundo. El chico al que avergonzó en la fiesta de fin de curso de su colegio porque jugaba con muñecas también estaba ahí, odiándolo. Y Victor. Y Elías. Y Sara. Y muchos más. Todos odiándolo.

Y después estaban ellos dos. Estaba Carlos, tirado en el suelo después de la paliza que Iván y su grupo de amigos le habían dado tras separarse de su novio. Y este no solo se conformó con odiarlo, sino que también habló dentro de su mente.

–Me rompiste las costillas por esto. Me rompiste las costillas por querer hacer lo mismo que tú quieres hacer.

Y el peor de todos: Marcos.

Marcos, que ya no lo odiaba porque le había quitado la posibilidad de hacerlo. Marcos también lo miró a los ojos y le dijo:

–Me mataste por esto.

"Soy un jodido monstruo".

–Iván –Nicolás se había acercado a él nada más oírlo llorar–. ¿Iván?

Fue la primera vez que lo entendió. La persona que lo había encerrado allí se lo había dicho hacía ya mucho tiempo, pero nunca había llegado a entenderlo. Hasta ese mismo instante. Iván comprendió que había llegado a joder a tantas personas como para merecer estar allí encerrado. Se merecía no volver a sentir la lluvia, ni ver las estrellas, ni recorrer el mundo. Se merecía estar a solas con un chico como Nicolás, un chico que fuera capaz de hacerle ver aquello que en sus diecisiete años de vida había sido incapaz de ver.

Se lo merecía. Se merecía todas y cada una de las emociones que estaba sintiendo.

–Iván, tranquilo...

Aquello era lo único que no merecía: el abrazo de Nicolás, su perdón, su comprensión. Él sabía el tipo de cosas que había hecho y aun así era capaz de consolarlo. Nicolás era al mismo tiempo aquello que se merecía como castigo y lo que nunca jamás se ganaría el derecho a poseer.

Incluso cuando creía no ser digno de merecerlo, Iván no pudo evitar extender sus brazos y devolverle el abrazo.

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¿Creéis que Iván merece el perdón de Nicolás tras las cosas que ha hecho a personas como él?

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora