XXXIX

898 89 35
                                    

-¿Qué? –Musitó Iván sin poder creerlo.

Marcos. Sabía perfectamente a qué se refería Nicolás, no necesitaba más detalles. Recordaba perfectamente a Marcos, y también lo que Iván le había hecho. Odiaba a ese chico, lo odiaba tanto que, cuando descubrió que había dejado el equipo de fútbol después de que él le contase a sus padres acerca de su homosexualidad, ni siquiera se sintió culpable.

Pero por mucho que lo odiara, no quería que Nicolás supiera lo que había hecho. No quería que lo supiera porque, en el fondo, se avergonzaba de ello. Y porque ahora sabía que a Nicolás también le gustaban los chicos.

Iván se había separado de Nico nada más decirle eso, dejando de abrazarlo.

–No sé muy bien por qué, pero quien sea que nos tiene aquí encerrados ha decidido contármelo –Nicolás había dejado de llorar, pero su rostro aún seguía húmedo a causa de las lágrimas.

Iván no terminaba de entender qué motivos tendría nadie para contarle a Nicolás acerca de aquello.

-¿Qué es lo que te han contado?

-Entonces es verdad, ¿no? ¿De veras le hiciste eso a ese chico?

-Nicolás, yo... -Se preparó para intentar explicarle los motivos de por qué era así con los demás, esos motivos que ni siquiera él entendía-. Antes de que entrara aquí...

-¿Lo hiciste o no? –Exigió saber sin dejarlo terminar-. ¿Le dijiste a sus padres que estaba saliendo con un chico?

Pasó unos segundos callados, y luego, contestó:

-Sí.

Los ojos de Nicolás se abrieron como platos.

-¿En qué diablos estabas pensando? –Le gritó.

-¡No lo sé! No sabía lo que hacía. Me enfadé, y actué por instinto.

-¿Por instinto?

-Nicolás, lo siento. He hecho cosas de las que no me enorgullezco, pero es que... Ese chico y yo no nos llevábamos bien, y yo acabé perdiendo la cabeza. No debería haberlo hecho.

-Hay cosas que no se arreglan con un lo siento.

Iván se paró a analizar su mirada. Lo primero que había hecho al entrar en la habitación había sido abrazarlo, y sin embargo ahora lo estaba mirando de esa forma, como si fuera la cosa más despreciable del mundo.

-Si algún día salgo de aquí, te prometo que iré a buscarlo. Hablaré con él, y le pediré perdón.

Nicolás parecía haber visto un fantasma.

-Ni siquiera lo sabes –Su voz era poco más que un susurro.

-¿Saber el qué?

-Está muerto. Marcos se suicidó por tu culpa, y tú ni siquiera lo sabías.

Algo dentro del cerebro de Iván cambió en ese mismo instante. No podía creerlo. No podía creer que ese chico hubiera muerto. Había dejado de verlo en los últimos partidos, pero pensó que se habría borrado del equipo, o que sus padres lo habrían castigado. Pero eso... Si Iván lo hubiera sabido, si hubiera tenido la mínima idea de que algo así podría haber pasado, jamás le habría contado nada a sus padres.

-No lo sabía –Iván tenía que luchar para contener sus lágrimas-. Si lo hubiera sabido, no lo habría hecho, te lo juro.

-Oh, ¿en serio? Es todo un detalle por tu parte, Iván –ninguno de los dos habló por un par de segundos. Después, Nicolás añadió-. Eres un jodido monstruo.

Iván levantó los ojos hasta él, y tuvo que volver a presenciar esa mirada de desprecio.

-¿Por qué cojones estás aquí? –Volvió a preguntarle-. ¿Por qué coño vuelves, si soy un monstruo? ¿Por qué me abrazas? ¿Por qué dices que te alegras de...?

Iván no tuvo tiempo de acabar. Antes de que pudiera darse cuenta, Nicolás se había abalanzado sobre él y lo había estampado contra la pared del baño. Entonces, pegó su rostro al suyo con tan solo unos centímetros de separación y comenzó a hablar.

-Sé quién eres –le dijo Nicolás-. He estado el tiempo suficiente contigo como para saber qué tipo de persona eres. Puedo verlo en absolutamente todo de ti. En tus ojos, en tus palabras, en absolutamente todo. Es probable que lo sepa incluso mejor que tú mismo.

-¿De qué hablas? –Le reprochó Iván, que comenzaba a sentirse incómodo.

-No pienso dejarte hasta que no seas capaz de darte cuenta. No voy a irme de la habitación, y en caso de que el día de mañana nos soltasen, no pararía hasta encontrarte, y después sería yo quien volvería a secuestrarte en un trastero.

-¿Qué es lo que quieres que descubra?

-Si no vas a hacerlo por ti mismo, tendrá que ser todo al revés, Iván. Voy a conseguir entenderte, para que así después puedas hacerlo tú también.

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora