Capítulo Final.

1.2K 105 182
                                    

–No –se negó Iván–. Sé que es otro de tus trucos. Es imposible que estés tan loco como para querer que te mate. Además, en caso de que lo intentase, sé que Carlos me pararía.

El rostro de Nicolás se tensó un poco al oír ese nombre.

–No me hagas perder el tiempo, Iván. Si no vas a hacerlo, devuélveme el cuchillo.

Iván llevó su mirada hasta el arma que sujetaba, después de vuelta al chico. Decidió que iba a jugar con él del mismo modo en el que Nico había estado jugando todo ese tiempo. Iván sabía que nunca sería capaz de matar a nadie, pero eso no significaba que no quisiera hacerle daño.

Se puso en pie y Nicolás se limitó a mirarlo a los ojos, como si de verdad esperase que fuera a clavar el cuchillo sobre él. En lugar de eso, lo que Iván hizo fue trazar una línea diagonal con el brazo que sujetaba el cuchillo, haciendo un profundo corte sobre el rostro del chico. Notó su piel desgarrarse según la cortaba, y cuando Nicolás retrocedió mientras gritaba, Iván se sintió con más poder que antes.

Estaba seguro de que Nico pensaba que iba a intentar matarlo. Pero no lo haría. Lo haría sufrir tanto como para que Carlos entrase en la habitación con la intención de pararlo. Y puede que entonces... Quizá si tomaba a Nicolás como rehén...

Nicolás volvió a girar su rostro para mirar a Iván. Una fina línea de sangre comenzaba a descender de su mejilla derecha, atravesándole el labio.

–¿Vas a intentar disfrutar?

Iván le asestó un puñetazo con la mano que tenía libre.

–Antes de que acabes... –Siguió Nicolás–. Cuéntame. ¿Qué te da más placer? ¿Hacer el amor con la persona de la que estás enamorado o matar a quien te ha tenido encerrado durante meses?

Estaba intentando alterarlo. Si quería vencerlo, tenía que jugar al mismo juego.

–¿Y tú? ¿Qué disfrutarías más, Nico?

Lo llamó así adrede.

Nicolás intentó ponerse en pie para después golpear a Iván, pero el otro chico fue capaz de parar su golpe. En ese momento, la fuerza muscular estaba a su favor, al igual que el cuchillo. Agarró a Nicolás del cuello y estampó su cabeza contra la pared del Purgatorio.

–Mátame –dijo Nicolás una vez se hubo recuperado del golpe, sin siquiera mirar a Iván–. Hazlo de una vez.

–Antes voy a disfrutarlo –cuando Nicolás se giró hacia él, se dio cuenta de que estaba más perjudicado de lo que creía. Todo su rostro estaba ya cubierto por manchas de sangre aquí y allá. Si Carlos estaba de veras fuera de la habitación, tenía que parar eso ya. Porque, ¿estaría fuera, no? Sí. Siempre lo había estado para pasarles la comida. Era imposible que no estuviese allí. Era solo cuestión de tiempo–. Quiero volver a ver tu cicatriz.

Iván hizo presión sobre el cuerpo de Nico para apoyarlo contra la pared. Después usó el cuchillo para cortar la sudadera y la camiseta que llevaba puesta, hasta que pudo volver a verla. Su cicatriz seguía marcada sobre su vientre, trazando la línea que tanto había llamado la atención de Iván en un principio.

Iván posó la punta del cuchillo sobre el principio de la cicatriz, esperando cualquier tipo de reacción. Pero no pasó absolutamente nada. Lo que, increíblemente, lo asustó.

–Sé que la odias –le dijo a Nico–. Párame. Para todo esto. O te prometo que te haré otra igual de grande.

Los ojos de Nicolás habían empezado a llorar.

–No puedo pararlo –Dijo.

–Tú no. Pero Carlos puede. Dile que entre. Y dejaré de hacerte daño. No le contaré a nadie lo que ha pasado, te lo prometo. No les diré siquiera dónde he estado todo este tiempo. Pero no me obligues a hacer esto.

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora