XXXVI

935 80 37
                                    


Iván abrió los ojos y despertó en el baño del Purgatorio.

Se encontraba verdaderamente cansado, incluso mareado. Su primer instinto fue ponerse en pie, antes incluso de recordar qué era lo último que había acontecido. Pero no pudo terminar de incorporarse: tenía ambas muñecas atadas al mismo grifo de la bañera, provocando que apenas pudiera moverse, y mucho menos desplazarse.

Fue entonces cuando lo recordó: la desaparición de Nicolás, la persona que había hablado desde el otro lado de la puerta, el puré, y la puerta de la habitación abriéndose... Había visto a la persona que entró, pero no pudo enfocar su rostro. No pudo ver quién era...

-Has tardado en despertar más de lo que calculaba.

Iván llevó su vista hacia la esquina del baño, de donde provenía la voz. Alguien delgado y esbelto se encontraba de pie al fondo de la sala. La persona portaba una máscara completamente blanca, con apenas un par de agujeros en los ojos y en la nariz, lo suficientemente pequeños como para que Iván no pudiera siquiera fijarse en el color de sus iris. De la máscara sobresalía una tela de color negro que cubría la zona de la cabeza, haciendo que tampoco pudiera ver su pelo. Llevaba una sudadera gris, unos vaqueros gastados y unos botines blancos. No parecía ser una persona adulta. Puede que de la edad de Iván, o incluso más pequeño.

-¿A qué has venido? –Le preguntó Iván.

-Preguntaste que dónde estaba Nicolás, y he entrado a responderte.

-¿Dónde está?

-No lo sé –respondió.

-Mentira, ¿cómo se supone que no vas a saberlo?

-Tu amigo se ha ido. Lo he echado.

Iván llegó a creerlo. Pensó que lo decía en serio, y que, por tanto, no volvería a ver al chico en toda su vida. Frunció el ceño, tratando de comprender por qué habían soltado a Nicolás, y no a él mismo.

-Aun así... -Insistió la otra persona. Iván habría jurado que era un chico, a juzgar por la voz grave y ronca-. Estoy bastante seguro de que volverá.

Iván entrecerró los ojos, sin entenderlo. Ni siquiera sabía si eso último era una buena noticia.

-Estás loco si piensas que va a volver después de haberlo puesto en libertad.

Pudo oírlo soltar una risita. La persona se acercó hasta él, y se arrodilló justo frente a donde Iván estaba sentado.

-Ya lo veremos...

Iván empleó todas sus fuerzas en tirar de sus muñecas para desatarse y poder abalanzarse sobre él, pero lo único que consiguió fue hacerse daño.

-¿Quién coño eres?

-Es demasiado pronto como para que lo sepas. Aun así, te lo diré cuando llegue el momento.

-¿El momento de qué?

-El momento de salir de aquí.

-¿Qué quieres de nosotros? ¿Por qué nos haces esto?

La persona volvió a ponerse en pie.

-Qué quiero de Nicolás no es asunto tuyo en absoluto. Y qué es lo que quiero de ti... Bueno... Varias cosas, en realidad.

-¿Como qué?

-Como verte sufrir. Eso me bastará para complacerme hasta que consiga mi meta final.

Iván trataba de utilizar sus respuestas para conseguir alguna pista sobre la identidad de esa persona.

-Me conoces –volvió a afirmarle.

-¿Por qué si no iba a querer verte sufrir? –Iván no respondió, tratando de pensar en quién podría ser-. Quieres saber quién soy, pues piensa a quién has podido llegar a joder tanto como para querer encerrarte. Oh, espera... ¿Son demasiadas las personas a las que jodiste como para saber quién soy? Toda una pena... En ese caso, te tocará esperar.

-Eres un hijo de puta.

-¡No! –Medio gritó-. Tú... Tú eres quien te has buscado esto. No yo.

La persona lo señaló con el dedo, e Iván pudo darse cuenta de que también llevaba guantes blancos.

-Tu nuevo amigo, Nicolás... Acertaba, aunque solo en parte. ¿Recuerdas lo que te dijo sobre su teoría de por qué estabais aquí? Eso de que erais valiosos, y que querríamos canjearos... Sí... Sois valiosos. Pero las cosas valiosas no solo sirven para ser vendidas. Uno siempre puede elegir quedarse con ellas, o exprimirlas. Exprimir cada gota de esas cosas hasta que no quede ni un ápice de valor en ellas. Hasta convertiros en algo completamente diferente a lo que erais cuando entrasteis...

-Lo sabes... Sabes lo que Nicolás me dijo, sin estar dentro de la habitación.

La persona volvió a acercarse a él.

-Sé eso, y mucho más.

-¿Nos controlas? ¿Sabes todo lo que hacemos aquí dentro?

Volvió a reír.

-¿Te refieres a eso a lo que os habéis estado dedicando últimamente? Sí, también... Puede que sepa más incluso que tú mismo. Dime, si no vuelve, ¿te arrepentirías de no haberle dicho nada?

-¿Decirle nada sobre qué?

-Sobre lo que guardas dentro. Sobre el motivo por el que lloras a escondidas. Sobre aquello que te está impidiendo vivir sin odiarte a cada segundo que pasa. Sí... Sobre eso.

En ese instante, Iván pasó a sentirse completamente expuesto. No solo sintió como si hubiera estado siendo observado por una cámara todo ese tiempo, sino también como si, de algún modo, esa persona hubiera podido conocer sus emociones. ¿Cómo si no podía saber la causa de sus llantos?

-¿Te arrepentirías de no habérselo dicho?

-No tengo nada que decirle porque no estoy enamorado de él.

La persona respiró profundamente.

-No he sido yo quien lo ha dicho... ¿Sabes? Si no fuera porque estoy disfrutando con esto, no te lo devolvería. Lo dejaría irse, o lo encerraría en otra habitación separada de la tuya. Pero me gusta ver cómo lo está consiguiendo... La forma en la que hace que no consigas entenderte... A veces creo que entregarte a Nicolás fue una tortura mayor incluso que encerrarte. ¿No lo crees?

Avanzó hasta el dormitorio y abandonó El Purgatorio dejando a Iván atado a la bañera.


¿Alguien tiene alguna idea sobre quién puede ser la persona enmascarada? Para dar más emoción, os diré que se trata de un personaje que, o ha sido ya mencionado en la historia o será mencionado en los próximos capítulos. Por lo que podéis hacer vuestras teorías...

En la misma habitación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora