Un pinchazo en la tripa hizo que me levantara de golpe gruñendo. Me llevé las manos a la parte baja y apreté rezando para que se me quitara el dolor, pero nada.
–Ojalá tener pene. –Solté levantándome de la cama.
La apuesta estaba a punto de terminar. Quedaban 10 días, pero por suerte, había conseguido acostarme con unos cuanto hombres más. La lista había ascendido a 10 y me sentía orgullosa de ello: podía ganar e iba a hacerlo.
Nolan, como compensación por Barry, me presentó a un enfermero que no es que fuese... Ryan Reynolds, pero estuvimos riéndonos desde que nos conocimos hasta que nos despedimos: tenía mucha gracia y era de agradecer entre tanto cenutrio. Los otros, fueron chicos que conocí o en el supermercado o saliendo de fiesta. Quique había sido un gran compañero de ligues. Desde luego, iba a llamarle para salir más a menudo.
Pero quedaban 10 días para que se acabara la apuesta y la menstruación había decidido aparecer en mi vida. Es cierto que un buen marinero no teme al mar rojo pero... ¿Qué queréis que os diga? No iba a tener sexo con hombres desconocidos mientras mi vagina parecía la Matanza de Texas. La apuesta tenía que pararse hasta que esa semana insufrible llena de hormonas que me hacían convertirme en un ser completamente diferente y vulnerable, acabara.
¿Que a qué me refiero a lo de 'un ser complemente diferente'? Bueno, pues... Normalmente, a la gente le afecta en pequeñas cantidades, pero a mí... Me convertía en un ser ñoño, llorón y digna ciudadana de Cursilandia.
Me recogí mi pelo rizado y del color de las zanahorias en un moño, me puse una sudadera, unas mallas y unas deportivas. Tenía que hablar con Kilian y el imbécil no respondía a mis mensajes. Supuse que habría estado toda la noche de guardia, pero antes de que se acostara con alguien, tenía que saber que la apuesta se iba a parar.
–¿Se puede saber a dónde vas con esas pintas? –Preguntó Aurora riéndose. Esa mujer era preciosa, lo que no ayudaba mucho a mi amor propio. Ella vestida como yo, más que una kinki salida de un barrio chungo, parecería una modelo de la sección de deportes.
–Voy a robar a señoras mayores las pelucas, que no me apetece peinarme. –Bromeé. –Aunque... Pobres señoras mayores. Con la mierda de pensión que cobran y voy yo y las robo. –Sollocé. Me limpié una lágrima con el reverso de la sudadera bajo la mirada de mi compañera de piso que estaba estupefacta. –¡Estúpida regla!
–Menos mal que solo eres así una vez al mes. Vete a... Peinar unicornios, hacer galletitas o algo que te pegue con tu regla-personalidad.
–Voy a hablar con Kilian al hospital.
–¿Segura? –Preguntó verdaderamente preocupada. –Quizás te pongas a tejer jerséis para las personas que estén ingresadas y eso que estamos casi en verano.
–Ja. Ja. Muy graciosa. Lo que debería tejer es una mordaza y metértela en la boca.
–Qué agresividad, ¿yo no te doy pena?
Rodé los ojos para después, irme de allí. No se merecía que la siguiera hablando. Estaba débil y que se metieran conmigo me afectaba más de lo que me gustaría admitir.
Asquerosa menstruación.
Al llegar al hospital, el recepcionista que ya me conocía por ser amiga de Leonor y Nolan, además de haber ido a visitar a mis amigos, con su habitual sonrisa me explicó que Kilian estaba en la planta de pediatría, la 4° planta.
Le busqué con la mirada esperando que no se estuviera tirando a alguna madre soltera o algo por el estilo cuando le vi metido en la habitación de una niñita con la cabeza rapada.
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¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...