Capítulo 33

12.8K 892 75
                                    

–Toc-toc... –Dije llamando a la puerta de la habitación de Kilian. Él miró hacia donde estaba y su sonrisa, que dedicaba a Kevin, se esfumó al instante. Lo sabía. Sabía que la había cagado. –¿Podemos hablar?

–¿Otra vez? Meredith, estoy cansado. –Soltó en un tono que jamás le había escuchado, entre dolido, cansado de la situación y enfadado.

Miró a Kevin que entendió solo con la mirada que se tenía que marchar de allí. Me dedicó una mirada de odio antes de salir y yo rodé los ojos. Imbécil.

Me acerqué a la camilla donde se encontraba tendido el enfermerito, necesitaba escuchar sus palabras de cerca.

–Meredith... De verdad que yo lo intento, pero no puedo más. Estoy harto de que te marches, de que estés bien y de repente, te enfades, de que esté para ti siempre que decides desaparecer y después volver...

–Pero... Kilian... –Empecé a decir acercándome a él. Cogí su mano entre las mías. –Tienes que entenderme..

–Y tienes que entenderme tú también. No soy un juguete, no puedes usarme cuando te venga a ti bien.. –Soltó pasándose su mano buena por el pelo. Cerró los ojos, intentando concentrarse en algo.

–Pero...

–No, Meredith. Por favor. Necesito tiempo, necesito que te alejes y, sobre todo, necesito que te aclares, que sepas lo que quieres y lo que no, pero, sobre todo, necesito que todo esto lo hago porque te quiero y porque jamás he conocido a alguien con quien quiera estar tanto como lo quiero contigo.

–Yo... Tienes razón. Soy... Joder. Lo siento. No sé qué decir...

–No digas nada, solo... Aclárate.

–¿Al menos quieres ver la ecografía del bebé? –Pregunté mirándolo directamente, intentando no derrumbarme allí mismo por haber sido una estúpida. –Nolan me ha conseguido una cita con la ginecóloga y me ha dicho que puedes venir.

Noté como sus labios dibujaban una fina línea, pero al final, accedió. Llamé a mi amigo y sentándolo en una silla de ruedas, lo llevó hasta la sala de espera de ginecología. Se respiraba un aire incómodo entre nosotros, yo no sabía qué decir ni qué hacer, ¿cómo habíamos llegado a ese punto? Si Kilian no se callaba ni debajo del agua.

–He escuchado que va a llover. –Dije mirando hacia el techo. Noté su mirada clavada en mí, también vi de reojo que una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Eso es que no todo está perdido, ¿no?

–¿De qué más me vas a hablar ahora? ¿De que después vas a ir a dar de comer a las palomas a un parque?

–¿En un parque y con lluvia? No, no me gustaría mojar mi precioso pelo. Quizás desde la ventana, así con suerte atacan a mi vecino de abajo y deja de ponerme su música horrible para despertarme los sábados a las 7 de la mañana.

–Recuérdame que nunca sea tu vecino.

–No querrías, hago mucho ruido.

–Lo sé, lo he comprobado. –Contestó con una sonrisa de medio lado. Al darse cuenta de que habíamos vuelto a nuestras antiguas conversaciones, puso su semblante completamente serio. –Quizás esto no haya sido tan buena idea...

–¿Qué puedo hacer para que me perdones? –Pregunté poniendo cara de cachorrito. –Ya vas a ponerle un nombre horrible a nuestro bebé...

–Necesito tiempo, Meredith... Hace unos días casi muero, voy a ser padre y estoy hasta los huesos por ti. Necesito... Necesito despejarme, necesito pensar en si de verdad quiero todo esto, en si de verdad te quiero a ti.

¿Quieres jugar? JuguemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora