Capítulo 8

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–Se lo merecía. –Admitió Leonor metiendo una bolsa de patatas en el carrito de la compra. –Barry intentó meterme mano un día que estaba llorando por Charles, ¿es que no tiene escrúpulos?

–Pero ahora Kilian se ha quedado sin el único amigo que tenía aquí por mi culpa.

–¡Ogg! Que se te quite la regla ya. No te aguanto cuando te pones así. –Soltó metiendo guisantes congelados.

–¡Pero es verdad! Aunque para tener amigos como ese excremento de mono, preferiría estar sola perdida en un bosque alimentándose de bayas venenosas.

–¿Ves? Le has hecho un favor. Ahora puedes ser tú su amiga. –Dijo como si tal cosa. Yo me paré en seco y la miré con una ceja levantada. Ella se dio cuenta y se paró también para mirarme.

–Hay un tipo de hombres de los que no puedo ser amiga y esos son los heterosexuales con cara de sexymbol y cuerpo de Playboy.

–¿Y Hunter? –Preguntó levantando una de sus finas cejas maquilladas perfectamente.

–Con Hunter me acuesto día sí y día también y si se me estropeara el coche en mitad de la carretera, él sería de los últimos a los que llamaría. Para tu desgracia, serías la primera.

–Entonces, ¿por qué no intentas probar a tener un amigo que no sea gay? Quizás hasta te llevas una sorpresa. –Soltó sarcástica colocando la comida en la caja.

–Porque cuando tengo delante a Kilian, lo único que me apetece es tener sexo con él sobre cualquier superficie en la que sea posible, ¿te vale esa respuesta?

–Para eso quedan 14 días. –Soltó una voz detrás de mí. –10 de apuesta y 4 del ciclo menstrual.

–¿Lo tienes contado? –Pregunté al rubio con una ceja levantada que llevaba en sus brazos un saco de pienso.

–Nena, no cuento las horas para no parecer que estoy desesperado. –Bromeó guiñándome un ojo.

–¿Tantas ganas me tienes?

–Casi tantas como tú a mí. –Respondió dejando el saco de pienso en el suelo y acercándose a mí peligrosamente.

–¿Ves como no podemos ser amigos? –Miré a Leonor que nos miraba negando con la cabeza. –¿Cómo voy a ser su amiga si me dice cosas como estas y se me pone así de cerca?

–O sea, ¿que estabas intentando convencer a esta pelirroja, con cara de ángel y cuerpo de diosa que no se acostara conmigo? Pero... ¿Por qué me odias, Leonor?

–¡Eh! ¡Yo antes he dicho que tenías cara de sexymbol y cuerpo de Playboy! –Grité al darme cuenta de la coincidencia. –Tiene razón, Leo, ¿por qué das tan malos consejos?

–¡Me rindo! Dios cría imbéciles y encima les deja que se junten para que no se extingan. –Gruñó cogiendo su bolsa y saliendo del supermercado sin decir nada más.

Yo pagué mi compra y cargué con ella. Fui a salir por la puerta pero Kilian me llamó haciéndome parar en seco. Las bolsas pesaban pero al verle cargar con el saco de pienso, creo que él estaba en un sitio peor que el mío.

–¿Qué vas a hacer esta noche?

–Ver películas de mierda mientras me lamento por tener ovarios y por tanto, la regla, ¿por qué?

–Suena muy interesante. –Admitió mordiéndose el labio mientras se reía.

–¿Estás esperando a que te invite?

–Pero como amigos, hasta dentro de 13 días, 23 horas y 55 minutos. –Bromeó con una sonrisa pícara en el rostro.

–Pero tienes que traerme una Kriptonita, a Superman y tatuarte mi nombre en el culo.

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