–¿Se puede saber qué cojones te pasa? –Preguntó Leonor entrando en mi casa como si fuera la reina del lugar. Me levanté de la cama despacio y la miré con los ojos entrecerrados por la luz que me quemaba las retinas.
–¿Que me acabo de despertar? –Contesté tapándome la cabeza con la almohada. Leo me quitó la almohada que no me fue devuelta a pesar de mis quejas.
–¡Eres imbécil!
–¿Qué he hecho ahora?
–¿Le dices a Kilian que le quieres y todas esas mierdas sobre que vais a ser papás y después te marchas sin decirle nada? ¿De qué vas? Se ha pasado toda la noche destrozado llamándote por teléfono, ¿te das cuenta de que un día se va a cansar de tus gilipolleces?
–Leo... Cogió la moto borracho...
–¡Eres insufrible! ¿Te crees que él no se ha sentido fatal? ¿Que ha dicho que si se hubiera cargado a alguien, él hubiera ido detrás? ¿Sabes lo que es para una persona con vocación por la enfermería como él que una persona muera por tu culpa? A veces no te aguanto, Meredith.
–Pero en ese momento yo...
–Yo. Yo. Yo. –Gritó haciendo aspavientos con los brazos. –Deja de ser una egoísta y deja a Noah descansar en paz.
Sé que se me salió un poco el labio de abajo por la cara que puso Leonor porque, tras eso, me puse a llorar como una niña pequeña. No es que me alegre de esa faceta mía, pero tengamos en cuenta que estaba embarazada y si con la menstruación me vuelvo un saco de lágrimas, ¿os podéis imaginar lo que hace un embarazo conmigo?
Escuché a mi amiga resoplar, se sentó en la cama y me cogió entre sus brazos. Acariciando mi pelo, intentó tranquilizarme, pero no dejaba de llorar; no podía. Sentía que solo hacía daño a Kilian.
–¿Vamos a verle? –Susurró contra mi cabeza. Asentí y ella se levantó tirándome ropa a la cara. Después, me miró tras observar mi armario. –¿Te das cuenta de que vamos a tener que ir de compras? ¿O piensas ponerte... –Cogió una camiseta con la que casi no podía respirar. –esto con un melón por tripa?
–No me agobies y llévame a ver a Kilian que me disculpe.
Al ir a ver a Kilian, me choqué con un hombre antes de entrar en la habitación. Era un hombre alto, muy alto y con los ojos azules iguales a los de Kilian.
–¿Meredith? –Preguntó con una sonrisa de oreja a oreja. Yo asentí y él me cogió del brazo. –Yo soy Francesco, el padre de Kilian, pero puedes llamarme Fran.
Tragué saliva. Su mano era enorme y me intimidaba el hecho de conocer a los padres de una persona que ahora mismo debía odiarme, aunque fuese solo un poco. Además, eso de conocer a las familias de parejas, nunca ha sido lo mío... Los de Noah todavía me guardan rencor por poner finos a los Republicanos de Estados Unidos.
–Es un placer conocerte, eres guapísima. –Dijo con un rostro tan alegre pero sin rastro de picardía que dudé de si de verdad era su padre. –Además me ha dicho que vas a tener al bebé y ante la madre de mi futuro nieto o mi futura nieta, creo que solo puedo mostrar mi cariño.
–Yo... ¿Gracias? –Pregunté mirándolo sin saber qué decir. Él soltó una carcajada y negó con la cabeza.
–No sabía que fueses tan tímida.
–No lo soy, solo que no tengo buena experiencia con los padres de... Nadie. Suelen decir que tengo la lengua muy larga. –Contesté sin pensarlo. Me di un golpe mental pero al escuchar su carcajada, pude respirar de nuevo.
–Entonces conmigo te llevarás bien, con mi mujer quizás no tanto. Es una estirada de tres pares de narices.
–¡Francesco! –Gritó una voz detrás. Una mujer con el pelo tan rubio que podría confundirse con blanco apareció. Iba tan elegante vestida que no me costó creerme lo que acababa de decir. –¿Cuántas veces tengo que decirte que no digas esas cosas a la gente que no me conoce?
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¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...