–No me gusta que te hayas ido tan lejos. –Me quejé mientras pintaba la pared de color verde pastel con un rodillo que Quique me había dejado y vestida con ropa vieja que se había manchado de pintura. –Has pasado de vivir en mi casa a hacerlo en el edificio de al lado y ahora a no sé cuántas calles, me has dejado sola Enrique, ¿te parece bonito?
–¿El color? No mucho pero conjunta a la perfección con los muebles. –Bromeó guiñándome un ojo.
–¿A quién voy a ir a saquear la nevera ahora? Todos vivís lejos.
–Puedes empezar a comprar tu propia comida. Es lo que hace la gente normalmente. Sí, ya lo sé, son un poco raros.
Le dediqué una mirada asesina pero seguí pasando el rodillo por las partes blancas de la pared. Todos habíamos ido a ayudarle a pintar la casa. Era un trabajo agotador, además, podía permitirse pagar a alguien para que lo hiciera, pero le gustaba vernos sufrir.
–¿Qué tal está Aurora? –Pregunté sin pensarlo dos veces. Hacía tiempo que pensaba en ella y sentía la necesidad de saberlo, no me atrevía a llamarla por si la molestaba o le recordaba lo ocurrido. Pero me daba miedo que se encerrara en ella misma y perdiera su esencia.
–Se ha comprado una casa en Alicante a línea de playa, muy bonita por cierto. –Empezó a decir con el gesto serio. –Eso sí, no admite visitas. Dice que quiere estar sola para pensar.
–¿Ha ido a ver a algún psicólogo?
–Dice que sí pero usaba su voz de mentirosa. –Admitió soltando un largo suspiro. –Ojalá Grayson pague por todo lo que ha hecho a mi pobre hermanita. No se lo merecía.
–Ni tu hermanita ni nadie. Me encantaría meterle este palo por el culo y sacárselo por la boca. –Dije mirando el rodillo y haciendo un movimiento al más puro estilo Kung fu panda.
–¿Y Kilian? ¿Por qué no ha venido? Últimamente pasabais mucho tiempo junto. –Preguntó Nolan dejando un bote de pintura del mismo color a nuestros pies. Noté como mi gesto se arrugaba, también escuché la carcajada de Quique al hacerlo
–Problemas en el paraíso del sexo. –Dijo el español. –¿No se le levanta? ¿O descubriste que tomaba Viagra?
–No ha pasado nada.
–¿De verdad? Ayer estaba muy raro, de hecho, no quiso ni hablar conmigo. –Contestó Nolan. –De normal soy yo el que no quiere hablar con él.
–¿Y por qué tiene que pasarle algo conmigo? Quizás esté extreñido o su perro se haya comido sus calzoncillos. No tengo que saberme su vida entera. –Gruñí dejando el rodillo apoyado en una escalera y salí de la habitación metiéndome en el baño.
–Pelirrojita, si te pones a la defensiva, será por algo. No hace falta estudiar una carrera para saberlo. –Soltó Quique dando dos golpes en la puerta del baño para que le dejara entrar. –¿No quieres contármelo? Luego te quejarás porque me haya ido tan lejos.
–¡Dios, qué pesados! ¿Podéis dejarme todos en paz? ¡Que no me pasa nada! –Grité para que me escuchara bien e intentar espantarlo. Solo quería unos segundos de tranquilidad y de no pensar en Kilian.
–Quique, deja que hable yo con ella. –Le pidió Leo. Escuché cómo los pasos de mi amigo se alejaban de camino al salón y solté el aire que había estado reteniendo. Leonor dio dos golpes en la puerta esperando a que respondiera, pero no lo hice. Apoyé mis manos en el lavabo para mirarme en el espejo. Tenía ojeras porque últimamente me costaba dormir y no era por Kilian, sino porque Don Insomnio había decidido instalarse en mi cuerpo. Mi pelo estaba hecho un desastre lleno de pintura y mis ojos estaban rojos porque estaba tan agobiada por la situación que estaba al borde de echarme a llorar. –Mer, te conozco y sé que no estás bien. Andas distraída, eres más borde de lo habitual y cuando te preguntamos si te pasa algo, empiezas con las malas contestaciones. Sé que no te gusta contar tus problemas pero a veces las personas lo necesitamos; necesitamos desahogarnos. Así que, ¿por qué no me dices que te pasa? Hace un buen día, si quieres, podemos ir a dar un paseo y hablamos. O podemos ir a tomar un helado. Lo que quieras.
Finalmente, abrí la puerta del baño. El rostro serio de Leonor pasó a uno más cálido y sonriente. Con su brazo derecho, me acercó a ella para darme un abrazo con el que terminé dejándome ir. Ella acarició mi pelo suavemente y terminó cogiéndome en brazos para sacarme de la casa al descansillo.
–No lo entiendo...
–¿El qué no entiendes, Mer?
–¿Por qué me duele no hablar con él? ¿Por qué siento como si de pronto me faltara algo? No puede ser tan importante para mí.
–¿Por qué no?
–Porque no es Noah.
Vi cómo su gesto se contrajo en una mueca. Llevó sus manos que estaban frías y olían a pintura hasta mi mejilla que secó con sus largos dedos. Después, besó mi frente despacio y se quedó mirando mis ojos fijamente.
–¿Te puedo confesar algo? –Preguntó en un susurro. Tragué saliva y asentí espectante a sus palabras. –Cuando conocí a Kilian, me cayó bien en el mismo momento. No se lo digas o me lo estará restregando hasta el fin de mis tiempo. –Me señaló con el dedo acusador y con una ceja levantada a modo de aviso. –A lo que iba, ¿sabes por qué me cayó bien? –Negué con la cabeza entre sollozos y una sonrisa dulce se dibujó en sus labios. En sus perfectos y mullidos labios. –Porque me recordó tanto a ti que no pude no apreciarle. Supuestamente los polos opuestos son los que se atraen, pero en vuestro caso no. Sois tal para cuál. Os gustan las mismas cosas y os comportáis de formas muy parecidas. Quizás él no sea tan maniático del orden como tú, pero tiene otras cosas maravillosas.
»Yo... No quiero meterme en lo que sientes y en lo que no. Lo que sí quiero es que abras los ojos y veas que Kilian está hecho para ti. Sé que no paras de pensar en Noah y que todavía lo tienes presente, pero tienes que pasar página. Estoy segura de que él lo querría así. Él no querría que te estancaras, que no siguieras adelante solo porque se hubiera muerto. De hecho, me imagino sus palabras 'Princesa, ¿qué haces recordando a un fiambre al que se han comido los gusanos?'
Ante eso último sonreí porque hubiera sido exactamente lo que me hubiera dicho. Tuve que coger aire para poder responder.
–He seguido adelante sin él. Trabajo, tengo amigos y soy feliz, ¿y qué si no creo en el amor?
–No hace falta que creas en él para que exista.
No pude decir absolutamente nada más. Me pasé las manos por el pelo, cerré los ojos y negué con la cabeza. No podía estar enamorada, eso no era posible. Mi corazón era de Noah. De él y de nadie más. Empecé a marearme y tuve que apoyarme en la pared para no caerme.
–Leo, yo... Lo siento por Quique pero creo que me voy a ir a casa.
–¿Necesitas que te acompañe? –Preguntó cogiéndome del brazo para que no me desplomara. Negué con la cabeza y comencé a andar para coger el lujoso ascensor de aquel edificio de pijos. –Mer... ¿De verdad que no quieres que vaya contigo?
–Estoy bien. Tranquila. Quique necesita ayuda. Pediré un taxi.
Las puertas se abrieron y entré en el ascensor. Me miré en el espejo una vez más para examinar mi rostro, ¿era posible que sintiera algo por Kilian?
Pero bueno pero bueno pero bueeeno
¿Aceptará Mer de una vez que está pillada por Kilian? ¿Sí? ¿No? ¿Pecera?
Creo que hago sufrir a mis personajes porque mi vida amorosa es una mierda, no me juzguéis jajajajajajajajajaja
Nos leemos!
PD: HE SUBIDO CAPÍTULO CUANDO ME TOCABA, espero mi recompensa.
ESTÁS LEYENDO
¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...