La vuelta a la rutina era algo que me agotaba. Me gustaba mi trabajo, no me juzguéis, pero, ¿despertarte un lunes pronto? Eso no le gusta nadie y el que diga que sí, es que toma cosas que son ilegales.
Tras una larga ducha intentando despejarme para el resto del día, me puse una camiseta de ardillas con gafas de sol y unas mallas negras. Quizás mi forma de vestir no fuese la de una persona de mi edad, pero creo que ya he dejado claro que me da igual lo que esté estipulado, ¿no?
Empezaba a aburrirme cuando la puerta se abrió. Era Aurora seguro y si venía Quique, el aburrimiento desaparecería por completo. Me levanté de la silla donde jugaba a un solitario para dar la bienvenida a mi compañera de piso.
–Hola. –Saludé. Mis ojos se fueron a sus brazos donde un perrito pequeño me miraba con las orejas para atrás. De la emoción, pegué un grito que asustó al pequeño que se escondió entre los brazos de Aurora. –Pero, ¡¿y esta cosita tan adorable?! –Arranqué a mi amiga el perrito de los brazos que estaba húmedo por la tormenta que caía fuera. Empecé a acariciar su cabecita mientras me daba besitos. –Oy, ¿estás mojadito? Ven, que te voy a secar, sí, vas a quedar completamente sequito. –Fui al baño directamente sin dejar de acariciar al pequeñín que decidí que se iba a llamar Freud. Tenía cara de psicoanalista. Saqué una toalla del armario y empecé a secarle esas patitas tan pequeñitas que tenía. –¿De dónde ha salido esta cosa tan bonita?
–Me le he encontrado en un callejón. Estaba llorando. –Dijo Aurora que me miraba como si estuviera viendo un fantasma.
–Freud, ¿estabas llorando? No te preocupes, que ahora tu mamá Aurora y yo, vamos a ir a comprarte comidita y seguro que te pones contento, ¿a que sí? –Dije al perrito que no dejaba de besarme.
–¿Ya le has puesto nombre? ¡Meredith! ¿Y si se ha escapado y alguien le está buscando?
El perro se sentó en el suelo mirando a mi amiga mientras meneaba su cola marrón. Soltó un ladrido, seguramente diciéndole que alguien le había abandonado (o eso es lo que yo quería pensar).
–Pues que pongan carteles. –Dije encogiéndome de hombros. –Llama a Quique para que se quede con su sobrino.
–Se ha ido a una convención en San Diego... Vuelve el jueves.
–Y Leo y Nolan están ambos de guardia... Freud necesita comida. –Susurré pensando en lo que tenía en la nevera, ¿era demasiado pequeño para comer salchichas?
–¿Y por qué no vas tú sola y yo me quedo con él? –Preguntó mi amiga levantando una ceja.
–Pero es su primer pienso... Tenemos que decidirlo entre las dos... –Murmuré dándole toques en la cabeza al cachorro.
–Ve, Mer. –Me ordenó quitándome la toalla de entre las manos.
–Quiere que la quiera más a ella que a mí... Por eso no se ofrece a ir... –Gruñí entre dientes. Me puse las Converse blancas, el abrigo y cogí un paraguas. Fui a salir por la puerta pero miré a mi compañera de piso una última vez. –Que sepas que te voy a estar llamando durante toda mi travesía por el supermercado.
Abrí la puerta de mi casa cuando mi teléfono comenzó a vibrar. Fruncí el ceño viendo que era Kilian el que llamaba.
–¿Qué quieres, enfermerito?
–Sé que no nos conocemos mucho pero eres la única persona aquí a la que quiero ver ahora mismo. –Dijo al otro lado del teléfono con un tono tan serio que incluso me asustó. –Necesito... Necesito despejarme, Meredith, ¿puedes quedar?
–¿Dónde estás?
–En tu portal.
Al bajar, le vi apoyado en un coche bajo la lluvia, mojándose entero. Abrí el paraguas lo más rápido que pude y fui hasta él para taparle.
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¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...