Capítulo 15

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No entendí muy bien la razón de que Kilian me llevara a un restaurante, pero me resultó una idea tentadora. Era comida gratis, ¿quién renunciaría a eso? 

Nuestra primera apuesta, había acabado y por suerte, había conseguido acostarme con un hombre antes de que llegara a su fin, así podría soportar mejor la abstinencia sexual hasta que uno de los dos, Kilian o yo, se rindiera a los encantos del otro.

Para empezar bien, me puse un vestido con un gran escote y completamente ajustado de color azul oscuro con unos taconazos plateados. Sabía que Kilian en cuanto me viera, iba a querer devorarme allí mismo. Además, Tiffany me había maquillado y peinado y, las cosas como son, estaba de toma pan y moja.

A las 21:30 Kilian llegó a mi casa para llevarme hasta el sitio donde íbamos a cenar: un lugar de comida italiana, ¿cómo iba a decir que no a eso? Y cuando apareció en la puerta, con una caja de bombones y un traje negro, me entraron ganas de tirar de su corbata roja hacia el interior de mi casa. ME HABÍA TRAÍDO BOMBONES. Dicen que a las personas se las conquista por el estómago y yo no puedo estar más de acuerdo con ello.

–¿Preparada, Mérida? –Preguntó mirándome de arriba a abajo, se mordió y sus ojos se oscurecieron de pronto. –Dios... Pienso comerte enterita en cuanto pierdas. Ese vestido... Ojalá arrancártelo y tirarte encima de ese sofá para hacértelo hasta que saliera el sol. Por cierto, ¿crees que hace demasiado calor para llevar esta americana?

–Por mí, podrías quitártela. –Contesté acercándome a él despacio. Puse una mano en su pecho y jugueteé con los botones de su camisa. –Y el resto de ropa también.

Su nuez subió y bajó rápidamente, cerró los ojos cogiendo aire y después, me apartó de él con una mano.

–No pienso perder.

–Ya lo veremos. –Contesté cogiendo mis llaves. Salí antes de él meneando el trasero y él cerró la puerta. 

–¡Aaagggg! ¡Te odio!

El lugar a donde me llevó era increíble: unos ventanales enormes dejaban ver la ciudad que estaba completamente iluminada. Nueva York siempre me había parecido una ciudad increíblemente bonita, pero ese día, desprendía magia.

Tras pedir la cena, nos quedamos mirándonos el uno al otro sin decir nada; esperando a que algunos de los dos dijera algo. Kilian se chupó los labios, apoyó los codos en la mesa y se inclinó hacia delante para mirarme más de cerca.

–¿Tienes la lista como hablamos?

–Sí, ¿preparado para perder?

Él se echó hacia atrás con una sonrisa de medio lado. Con el tiempo he llegado a pensar que es la única que tiene, jamás le he visto otra.

–Contra ti es contra la única persona que no me importaría perder.

El camarero dejó la comida que olía deliciosamente, pero ni Kilian ni yo apartamos la mirada el uno del otro. Él se pasó la mano por el pelo y después, cogió su pasta con el tenedor. No entendía cómo alguien podía ser así de sexy, incluso manchándose los labios de nata era completamente apetecible, incluso más de lo que ya era normalmente: me entraban ganas de chuparle esos labios.

–Me intrigas demasiado, Mérida. Jamás en mi vida he conocido a una chica como tú.

–¿A qué te refieres con eso de 'a una chica como tú'?

–Una chica que consigue que quiera saber todo de ella. Despiertas en mí una curiosidad hasta ahora desconocida.

–Eso es porque soy reservada. –Admití dando un trago a la copa de vino que nos habíamos pedido.

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