Capítulo 26

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–No me puedo creer que me hayas convencido para venir a esta cosa... –Gruñí entre dientes mientras me ponía las gafas de sol para no deslumbrarme. –¿Quién se supone que es tu prima?

–Esa. –Contestó Chris señalando a una chica de pelo castaño recogido en una coleta que se estaba colocando las rodilleras. –Aunque yo no la considero mi prima, más bien... Mi sobrina.

–Encima el sol me está dando en la cabeza, ¿por qué me odias de esta manera? –Contesté obviando lo que había dicho.

–Eres una quejica, ¿lo sabías? –Preguntó Chris cogiendo mi mochila y bajando en las gradas hacia un lugar que estuviera en la sombra.

–Siento no querer derretirme. Es la maldición del bombón.

–¿Del bombón? Yo pensaba que era porque no querías secarte como las cacas. –Bromeó poniendo su precioso trasero en uno de los asientos que, por suerte estaban a la sombra.

Metiéndome una palomita en la boca, observé lo que tenía delante. Montones de personas, en general de entre 16 y 30 años, calentaban con el skate o practicaban haciendo alguna que otra acrobacia. La chica de pelo castaño se acercó a nosotros casi corriendo cuando  al fin nos vio y dio un fuerte abrazo a Chris.

–Muchas gracias por venir a verme... Eres el único que me apoya y no necesito que lo haga nadie más: contigo me sobra. –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Después, pasó a mí y me saludó dándome la mano. –Tanya, un placer.

–Meredith.

–¿Quieres probar? –Preguntó a Chris pisando su skate y haciendo que se levantara para cogerlo con la mano. Él negó rápidamente con la cabeza y Tanya me miró. Ladeé la cabeza observando esa tabla con cuatro ruedas. Posiblemente me rompería una pierna, pero peores cosas se han visto. Cogí la tabla con una sonrisa traviesa, la dejé en el suelo y me subí en ella. –Genial, Meredith. Ahora, intenta avanzar. Yo te sujeto. –Me di impulso con un pie y la tabla empezó a moverse. Tanya me soltó mientras seguía avanzando, estaba siendo increíble la sensación de ir prácticamente libre hasta que llegó el momento en que tenía una persona delante y no podía frenar ni girar para esquivarla, así que, terminé estampándome contra esa persona y haciendo que ambas cayéramos al suelo.

–Perdón. Estaba jugando y... Lo siento. De verdad. –Dije levantándome. Ofreí mi mano al chico que estaba en el suelo hasta que vi cómo me miraba. Era Kilian. Había tirado a Kilian al suelo y me estaba mirando como si lo hubiera hecho aposta.

–¿Esta es tu forma de que te haga caso? –Preguntó mientras se sacudía el polvo de los pantalones.

–¿Tan importante te crees? ¿De verdad?

–Mer, no te pongas a la defensiva, era una broma. –Resopló mirándome fijamente y sentí que el corazón se saltaba un latido al tener sus ojos clavados en mí. Echaba de menos sus caricias, su aliento en mi cuello, su colonia que cada vez que olía en cualquier lugar me recordaba a él...

–No lo parecía, ¿qué haces aquí? –Pregunté al recomponerme. Como anteriormente había hecho Tanya, pisó el skate y lo cogió con su mano izquierda.

–Compito, ¿y tú?

–Voy a ver a la prima de Chris competir.

–¿Estás con Chris? –Preguntó mirando por encima de mi hombro. Su mandíbula se tensó al verlo sentado hablando con Tanya. –Que disfrutes de la competición, me voy a calentar.

–Espera, Kilian. –Dije cogiendo su brazo. –No entré a que me hicieran la ecografía el otro día, quería que estuvieras tú presente la primera vez.

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