Ladridos. Golpes en la puerta. Otra vez ladridos, ¿qué cojones pasaba?
Fui directa a la entrada de mi casa. Alguien tenía muchas ganas de verme. O por los golpes, de matarme. Abrí la puerta y según lo hice, un puño se clavó en mi pómulo tirándome hacia atrás. Desde luego, era de matarme.
Al ver de quién había sido ese golpe, abrí la boca de par en par. Leonor me cogió de la camiseta con los ojos llenos de lágrimas y me levantó del suelo. Sus ojos radiaban rabia.
–Eres... Eres una jodida zorra, Meredith Martin. –Escupió soltándome haciendo que me tropezara con mis propios pies. –¿Cómo pudiste?
Me llevé la mano al pómulo que me quemaba y fruncí el ceño, ¿qué había hecho? No entendía nada. Fui a hablar pero ella se dio la vuelta. Toqué el frío suelo del descansillo con mis pies y alcancé a coger su brazo. Ella hizo un brusco movimiento y se zafó de mí señalándome con el dedo.
–Hemos terminado, Meredith. –Dijo entre sollozos.
–Pero... ¿Qué he hecho?
–Dime una cosa, ¿besaste a Charles cuando estábamos juntos? –Preguntó cruzándose de brazos. Me quedé callada, ¿cómo sabía eso? Era cierto, pero no le besé yo, él me besó a mí. –Lo que suponía. ¿Sabes? Me da igual que te acuestes con todos los hombres de Nueva York, pero, ¿el novio de tu mejor amiga? No tienes vergüenza.
–¡No fue así! –Grité para que se parara. Unas cuantas lágrimas habían empezado a escaparse de mis ojos. –¡No le besé yo! ¡Él me besó a mí!
–¡Me da igual, Meredith! ¡Me importa un cojón de mono quién besara a quién! ¡Lo único que me importa es que tú, la que se suponía que era mi mejor amiga, se besó con mi novio y no me lo contó!
–Leo... Charles me dijo que te lo quería contar él y que...
–Por eso me dejó, ¿no? –Preguntó abriendo la boca de par en par al darse cuenta de ello. –Me dejó porque, no es que quisiera a esa rubia de la exposición, es porque te quería a ti, ¿me equivoco?
–No puedes culparme por ello. –Contesté negando con la cabeza. –¡No hice nada! Leonor... Tienes que creerme, yo solo quería lo mejor para ti.
–Cállate. –Soltó con rabia. –No quiero verte. No quiero saber nada de ti. Eres una rata rastrera.
–Leo... Por favor. Déjame que te cuente las cosas tal y como fueron... Por favor. –Dije cogiendo su brazo. Ella se soltó de mí y me dio un empujón.
–No vuelvas a tocarme.
Y según dijo eso, se dio la vuelta y se bajó por las escaleras. Me quedé allí tirada, mirando como se iba sin hacer nada, ¿qué podía hacer? Tenía que relajarse; yo tenía que dejar que se relajara y después se lo explicaría todo.
Para los que estéis diciendo "Eres una amiga de mierda" o "Pobre Leonor", no sabéis nada de la historia, así que, antes de juzgarme, esperad a que me excuse.
Fui a entrar en mi casa pero la puerta de había cerrado. Miré hacia abajo.
–Mierda. –Gruñí entre dientes al ver que llevaba solo una camiseta de pijama y unas bragas con dibujitos.
Carraspeé un par de veces y comencé a estirar la camiseta hacia abajo. Quique vivía en el edificio de al lado y tenía unas llaves de repuesto, ¿cuántas personas podrían verme? Solo esperaba que no me denunciaran por escándalo público.
Tras varias personas que se quedaron mirándome y otras cuantas que me grabaron, llegué a casa de Quique donde aporreé, literalmente, la puerta. No sé qué pasó en su cabeza cuando me vio allí con el pómulo seguramente empezando a cambiar de color, en camiseta de tirantes y bragas, lo único que sé es que me dejó pasar.
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¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...