Hace tres años
–¿A dónde vas? –Pregunté mirando cómo se ponía las zapatillas. Él miró con su ceja negra levantada y una sonrisa de medio lado.
–Voy a viajar al pasado y pegarle un tiro a Hitler, ¿te vienes?
–¡Noah! ¿Por qué no me invitaste antes? Ahora estoy en pijama...–Pregunté poniendo cara de cachorrito.
–Era una misión súper secreta de historiador... –Dijo levantándose. Se colocó su cazadora de cuero, se pasó una mano por su pelo negro y con la mirada traviesa tan característica suya, me preguntó. –¿Voy guapo para la ocasión?
–Te vas a salpicar de sangre, ¿de verdad crees que vas bien?
–Enana, que era broma... ¿Cómo voy a viajar para matar a Hitler? Si pudiera ir al pasado, iría al primer día que te conocí para ver tu cara de tonta perdida por la Universidad.
–No estaba perdida, solo lo hice para que un chico guapo sacara su vena de Superhéroe y así ligar en mi primer día.
–Lo peor es que, viniendo de ti, me lo creo, enana. –Admitió dando un beso en la punta de mi nariz. –Espero que cuando venga, me recibas con tu mejor lencería porque te voy a hacer el amor hasta que me muera. Pero, como he dicho, cuando venga. El deber me llama.
–A lo mejor te espero sin nada... –Contesté cogiendo su camiseta blanca. Es se lamió los labios y se apartó de mí porque sabía que si me lo proponía, no se iría nunca. También pasaba al revés. Llegué tantas veces tarde por su culpa... Por sus malditos ojos grises capaces de hipnotizar a cualquier persona y ese pelo engominado... Era tan fan de Grease como yo de los Superhéroes.
–Te odio y te quiero al mismo tiempo, soy como el gato de Schrödinger.
–Yo... Te odio todo el tiempo, pero siempre hay cierta admiración en nuestro enemigo. –Bromeé sacándolo la lengua.
–¿Y si me muero cuando salga ahí fuera y es lo último que me has dicho? ¿Te parecerá bonito? –Preguntó en la puerta de nuestra casa.
–Será lo más bonito que jamás he dicho porque no habría frase que definiese mejor nuestra relación.
Él sonrió y se fue por la puerta. Esa fue la última vez que lo vi con vida pues a la media hora, llamaron a mi teléfono diciéndome que se llevaban a mi prometido al hospital.
Me dio igual estar en pijama, me dio igual llevar todo el maquillaje corrido por la cara por las lágrimas y me dio igual que el taxista me pidiera que me calmara y que dejara de gritarle, yo solo quería llegar a donde estaba mi prometido, el amor de mi vida.
Vi cómo la ambulancia lo sacaba, tenía la cara magullada y sangre que salía por su boca. Sus preciosos e hipnotizantes ojos grises estaban cerrados. Se lo llevaban de urgencia a quirófano porque el golpe había sido muy fuerte. Segundos después, pasó un hombre gritando que estaba bien y que le bajaran de la camilla. Iba tan borracho que casi no se entendía lo que decía.
–¿Y qué si se muere? Yo solo quiero irme de aquí. –Gritó refiriéndose a Noah. Un nudo se formó en mi estómago al escuchar esas palabras salir de su boca. Pasé entre el equipo médico y llegué hasta el hombre borracho que solo tenía un par de rasguños. Cogí su camiseta rasgada y llena de suciedad y le pegué un puñetazo en la nariz.
–¡Maldito hijo de puta! –Grité. Intenté volver a pegarle, pero una enfermera me cogió. Yo solo quería hacerle el mismo daño que me había hecho él. A mí y a Noah.
Nolan, que entonces estaba como residente, me cogió por los brazos y me sacó de allí. Sus ojos marrones como el café radiaban nerviosismo, incluso vi cómo su nuez bajaba.
–Mer, tranquila... Todo va a salir bien.
–¿Y si no sale bien?
–Que sí... No seas cabezota.
Pero no salió bien. Estuve en la sala de espera, llorando, gritando y maldiciendo aquel borracho que se llevó por delante al amor de mi vida. Horas después de que Noah ingresara en el hospital, murió por un derrame cerebral y yo no pude hacer nada por salvarle. Solo lloré y le prometí amor eterno. Solo conseguí que metieran a Brayden Milton en la cárcel a pesar de no ser suficiente para calmar mi dolor.
Pero lo que más dolió, sin duda alguna, fue seguir adelante. Lo que más dolió fue tener que leer en su entierro a pesar de no poder ni hablar. Lo que más dolió fue sentir que era otra persona, que no era yo misma, que una parte de mí había muerto con él. Y sigue doliendo porque no merecía morir. Muchas personas dicen que sus seres queridos no merecían morir, pero lo dicen cuando a los 90 años, dejan de respirar, ¿qué puedo decir yo cuando se llevó a una persona de 25 años? Una persona alegre, con ganas de vivir, con ganas de amar; de amarme. Mientras que personas como Carlos Martin seguían respirando, ¿cómo no llamar a la vida injusta?
En la azotea, miraba con lágrimas en los ojos el paisaje. Recuerdo el día que me acosté con Kilian allí. Sabía que él no era el que mató a mi prometido, pero que estuviera borracho y hubiese sido capaz de coger la moto, hizo que se me parase el corazón. Yo no quería hacerle daño, ni mucho menos porque, sin él, yo hubiera dejado de creer en el amor, sin él, seguiría pensando que mi corazón había dejado de latir a pesar de seguir viviendo. Sin él, no tendría ese ser creciendo dentro de mí y que tantas ganas tenía de conocer. Sin él, jamás me habría decantado por ser madre. Porque gracias a Kilian había descubierto que se pueden tener dos amores de tu vida y que por mucho que mi corazón fuese de Noah, Kilian se lo había quitado de las manos.
Por compensación de no haber subido capítulos, subo dos jejeje
Ninguno está editado, no me matéis si veis cosas raras
Nos leemos!
ESTÁS LEYENDO
¿Quieres jugar? Juguemos
Romance[COMPLETA] Una apuesta. Dos implicados. ¿Quién conseguirá acostarse con más personas en un mes? Meredith es una maniática del control con ganas de comerse el mundo y llevarse todo lo que se le ponga por delante, por lo que no se lo pondrá nada fác...