Capítulo 34

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KILIAN

Dolía tanto que me costaba respirar. Había días que necesitaba verla, que necesitaba saber de ella, pero sabía que necesitaba esperar.

Tras un mes y ya casi recuperado, me había dado cuenta de que estaba más jodido de lo que pensaba, incluso me di cuenta de que lo que me había pasado con Spencer, no fue para tanto. Quizás preguntarle todos los días a Leonor sobre su amiga, no fuese la mejor de las opciones, porque así no me alejaría del todo, pero no era capaz.

–Debería llamarla. –Dije cogiendo mi teléfono. Kevin me lo quitó y abrí sus ojos marrones de forma amenazante.

–No.

–¡Dios, Kev! ¡La echo de menos! He intentado no pensar en ella acostándome con otras, hablando con ellas, pero nadie es como mi Brave. Además, es la madre de tu futuro sobrino. Está embarazada y yo no estoy a su lado. Soy un gilipollas. A ver, que ya lo sabía, pero ahora más.

–¿Y qué quieres que te diga? ¿Crees que ya se habrá aclarado?

–¡No lo sé! Por eso tendría que hablar con ella.

Fui a coger mi teléfono pero Kevin lo levantó y como me sacaba dos cabezas (como poco) y tampoco es que pudiese hacer mucho con un pie vendado. Gruñí entre dientes cruzándome de brazos.

–¿Por qué siempre te caen mal las mujeres con las que salgo?

–¿Me equivoqué con Spencer? Sabía que iba a hacerte daño.

–Pero Meredith es diferente.

–Tan diferente que es igual que tú. –Dijo con una ceja levantada. –Eso no puede salir bien.

–¿Y qué? Mer jamás me ha reprochado que me acueste con otras mujeres porque ella hace lo mismo, ¿no crees que es lo que yo necesito? ¿Alguien que me respete? ¿Alguien que no me juzgue por algo que hace también?

–Yo creo que deberías esperar... Si te quiere después de tanto tiempo, es que te va a querer siempre.

–Está bien, pero como deje de quererme, te juro que doy el amor como perdido.

–O quizás encuentras la persona que de verdad te puede dar lo que necesitas.

–Meredith me lo da y no sabes lo bien que lo hace. –Respondí con una sonrisa de medio lado al pensar en el sexo con la pelirroja. Era tan ardiente y se movía con tanta experiencia... Solo de pensarlo, se me ponía dura. –Yo pensaba que lo había probado todo, pero joder... Es como la manzana prohibida: tan tentadora, tan apetecible... Y me la comería entera, porque el Edén es ella.

–Jamás pensé que algo tan cursi podría salir de tus labios.

–Si estuvieras en mi cabeza y supieras lo que quiero hacerle, verías que soy el mismo de siempre. –Admití lamiendo mi labio superior. –¿Me llevas a dar un paseo?

–Has pasado de sacar se paseo a Krusty a que te saquen a ti, ¿no te parece irónico?

–Un poco perro sí que soy.

Escuché la carcajada de Kevin por detrás. Mi amigo abrió la puerta y tras ella, apareció mi hermana cruzada de brazos matándome con la mirada.

–¡Imbécil! ¡Estúpido! ¡Promiscuo sin cura! –Gritó dándome con su bolso de Prada en el brazo bueno. –¡No te puedo creer! ¡Eres... ! ¡No eres capaz de asentar la puta cabeza!

–¿Qué te pasa Aria? –Pregunté tapándome. –¿Se puede saber qué haces?

–¡Has dejado a Meredith! ¡La llamé ayer para preguntarla qué tal mi sobrino y me explicó que os estabais tomando un tiempo! ¿Un tiempo? ¡Tiempo es que el te voy a quitar de vida! ¡Gilipollas!

–¡Para! ¡Aria! ¡Tiempo muerto! ¡Escúchame! –Grité echándome hacia atrás para quitármela de encima. – ¡Joder! ¡No sabes nada!

–¡Lo único que sé es que es la única mujer que te va a aguantar, pedazo de imbécil!

–¡Necesitaba pensar!

–¡¿Qué pensar ni que leches?! ¡Que tú no sabes hacer eso! ¡Si tienes toda tu sangre en el pene! ¡Estúpido! –Me dio otro golpe con el bolso.

–¡Kevin! ¡Haz que me deje de darme! –Le pedí a mi amigo. Él riéndose, movió mi silla para que Aria pudiera pasar a casa. –Escúchame y tranquilízate, que pareces un toro.

–¿Qué gilipollez me vas a soltar?

–Meredith tiene muchos problemas, ¿lo sabías? No dudo que me quiera, ni que sea la mujer que quiero en mi vida: vamos a tener un hijo juntos, pero necesita aclararse, ¿lo entiendes?

–Kilian Blake... Tú mismo lo acabas de decir: vais a tener un hijo juntos y estás haciendo el estúpido con tu amigote, ¿por qué no te amueblas la cabeza? Meredith es increíble, quizás haya tener paciencia con ella, pero por eso mismo, dejarla de lado por sus problemas, es lo peor que puedes hacer. Tienes que estar ahí. Ayudarla. Demostrarla que, a pesar de todo, la quieres y que no te importa su pasado, sino tu futuro con ella.

–Me ha convencido. –Soltó Kevin arrugando la nariz.

–Y a mí, ¿cuándo has madurado tanto? –Pregunté entrecerrando los ojos. –No me gusta que seas más madura que yo.

–Es lo que me dice mi psicólogo. Tendrías que conocerlo, es guapísimo...

–Al fin ha vuelto... –Solté riéndome. –Quizás debería hablar con ella, pero lo haré cuando me quiten estas cosas y deje de parecer Robocop.

–¿Cómo que quizás, pedazo de inútil? ¡Tienes que hablar con ella!

–Me das miedo. –Dije encogiéndome para que no me diese con su bolso otra vez.

–Es lo que intento. Ahora... ¿Pedimos una pizza y vemos una película? No he cruzado la calle para nada.

–Maldigo el día en que vinistéis a la misma ciudad que yo. –Gruñí entre dientes, a pesar de que me hacía muy feliz que mi hermana estuviera tan bien y sobre todo, que volviera a comer sin importarla las calorías que se iba a meter en el cuerpo, por eso, no pude evitar aceptar y tampoco pude evitar echarle doble de queso.

–No lo dices en serio. Te encanta tenerme cerca para poder mirar por tus prismáticos si me llevo a algún tío a casa cuando no están papá y mamá. –Soltó tirándose en el sofá. Después me miró con una ceja levantada. –¿Te crees que no te he visto?

–Al menos yo no les llamo por teléfono para preguntarles qué tal están...

–Y no vas a hacerlo. Nunca. –Dijo señalándome con su dedo de forma amenazante. –Ahora... ¿Dónde están esas pizzas?

Segundo capítulo del día!!!

Veis? Aunque no suba cuando me toca, os lo compenso con dos capítulos jajajajajaja perdonadme.

Aria poniendo orden. Jamás me meteré con ella. Me da miedo.

Nos leemos!

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