Capítulo 9

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–Ese maldito imbécil... –Escuché una voz en el salón. –¡Con mi jefe! ¿No había personas en el mundo?

Me levanté del pecho de Kilian donde me había quedado dormida viendo 'El Caballero Oscuro'. Seguía un poco atontada, pero asomé mi cabeza pelirroja por encima del respaldo.

Vi a Aurora caminando de un lado a otro por el salón. Parecía enfadada. Muy enfadada. Jamás la había visto así. Quizás sí que la había visto ausente pero en general, siempre estaba con una sonrisa en la cara.

El reloj que estaba encima del mueble de la televisión, marcaban las 4 de la mañana, ¿qué coño hacía quejándose a esa hora? Tenía que haber pasado algo grave.

Me quité de encima de Kilian que soltó un gruñido y frunció el ceño para después, darse la vuelta y ponerse en posición fetal. Aurora al verme, se quedó quieta. Fue a hablar pero le señalé la cocina para que fuésemos allí. No quería despertar a Kilian. Cerré la puerta con cuidado y cogí un brick de zumo para beber de él. No me gustaba tener la boca pastosa.

–¿Qué te pasa? –Pregunté cerrando la puerta.

–¡Grayson! ¡Se ha pegado con mi jefe! –Soltó haciendo aspavientos. Su cara se empezó a poner roja de la rabia y se tiró en la silla. –Pienso matarle por ello.

–Pero... ¿Por qué se supone que se ha pegado con él?

–¡Yo que sé! ¡Y luego las complicadas somos las mujeres!

–Eso solo lo dicen los hombres porque no saben cuidarnos y así pueden justificarse de alguna forma. –Admití encogiéndome de hombros. –Le dejarás después de eso, ¿verdad? .

–No lo sé, Mer... –Susurró pasándose las manos por el pelo. –Desde luego, debería hacerlo, pero... Me gusta mucho. Madre mía, ¡estoy en una relación tóxica!

–Yo no soportaría eso en una relación, Aurora. Te puedo asegurar que hay muchos hombres por el mundo que estarían dispuestos a no pegarse con tu jefe y cuidarte como una reina. Yo si tuviese un pene del tamaño de la Torre Eiffel, porque, evidentemente si fuese un hombre lo tendría enorme, no dejaría escapar una mujer como tú. De hecho, por ti me haría bisexual: me encantan tus tetas.

Sin mirarme, se tocó las tetas y musitó un 'Gracias' con un pucherito que si yo hiciera, parecería imbécil. Después, se levantó tambaleándose para irse a su habitación. Temí por su vida. Estaba segura de que había bebido más de la cuenta.

Volví al salón. Kilian seguía durmiendo en el sofá. No pude evitar quedarme mirándole, ¿qué hacía? ¿Le despertaba? Me daba pena. Parecía un angelito aunque en la práctica fuese un demonio adicto al sexo. Carraspeé un par de veces para dejar de mirarle y ubicarme, ¿qué hacía observándole?

–Tú. Eduardo Manoslargas. Levanta.

–Nena... ¿No puedes quedarte mirándome mientras duermo unos minutos más? –Preguntó con una sonrisa de medio lado. –Sí, estaba despierto. Tu amiga no pone reparos en gritar ni teniendo invitados.

–No te estaba mirando, solo... Me estaba fijando en lo feo que eres.

–¿No tenías una mentira mejor como que un elfo se había puesto a bailar sobre mi cabeza? –Preguntó incorporándose.

–Me acabo de levantar, ¿vale? No se me da bien mentir recién levantada.

–¿Y el resto del tiempo sí?

–Por desgracia para el resto del mundo, sí. –Admití sentándome en el sofá. Él cogió mis piernas y las puso encima de las suyas haciéndome cosquillas.

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