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Candelaria y Agustin, amigos desde hace más de once meses. Ambos hermanos, la chica traductora y el morocho, mejor conocido como más lunares que humano.
Él terminará la universidad aquí, Candelaria terminará junto conmigo la preparatoria. Ambos se irán, casualmente a la misma ciudad en la que yo vivía. Yo no sabía cuanto tiempo más iba a estar ahí, no sé nada de mi madre, ni de su esposo, tampoco de su hijo.

Ha pasado muchísimo en más de once meses, cosas buenas y cosas malas. Si no fuera por ellos, no sé como hubiera sobrevivido ahí dentro. Casi un año sin ver el exterior, sólo encerrada en ese internado del infierno, aunque no puedo quejarme, no era tan malo.

Cosas buenas me pasaron, aprendí el inglés y puedo dominarlo, leí muchísimos libros y aprendí demasiado de ellos. La música logró llamar mi atención ya que era lo único que podía hacer ahí, el piano y el violín fue lo que aprendí a tocar, el tiempo ahí me sobraba en fines de semana.
Las cosas malas prefiero no contarlas, no por ahora.

Es sólo algo de lo poco que me ha pasado acá adentro, lo demás lo contaré después. Ahora debo ir con Cande a el salón de música, veremos a su hermano ahí. Como cada hora en el fin de semana.
Se supone que no está permitido la socialización entre hombre y mujer, pero esto era una excepción, eran hermanos.

—¿Guitarra, bajo, batería?— le pregunté ansiosa a Cande mientras bajábamos las escaleras.

—Esperalo.— me sonrió, sus oyuelos me recordaban demasiado a el hombre con el que compartía hogar, he de admitir que aunque suene ridículo no recuerdo muy bien su cara. Creo que lo he superado.

Entramos al salón,Agustin estaba probando el piano. Me abrazó como saludo.

—Cantar.— respondió arqueando una ceja cuando le pregunté lo que haríamos ahora.

—Buena idea genio, has de cantar bien.— me recargué en el piano.

—Tú cantarás Valentina.— frunció el ceño.

—Sólo sirvo para tocar el piano Agus, no inventes.— le dije riendo.

—Nunca lo has intentado, sólo una vez. A parte, una vez nos contaste que cantarías en tu colegio para pasar una materia.

—Cande, creo que es tu turno de mostrar tu talento.— intenté deshacerme de es tonta idea.

—Te sabes muy bien la canción, la escuchas todo el rato. Cantemos los tres.— propuso.

—¿Los tres?— pregunté.

—Asintieron— es sabado, todos se fueron con sus padres, nadie nos escuchará.

Me encogí de hombros y acepté, el chiste era divertirse.Agus se sentó para comenzar a tocar el piano, fingimos tener micrófonos en mano para así empezar, a mi me tocaban las notas más altas, así que lo único que hacia era reír cuando la canción terminaba. Decían que podía mejorar, la tercera es la vencida dicen, y efectivamente, ellos dicen que quedó perfecta. Yo digo que no vi diferencias, pero nos felicitamos por voz tan majestuosa que tenemos.

Tocaron la puerta del salón, era una de las encargadas del lugar. Me hablaba a mi, venían a visitarme según ella. Seguro era un error, y es mejor que lo sea, no quiero ver a mi madre, arruina mi momento de felicidad y alegría.
Les pedí que me esperaran ahí, volvería en un momento.

Salí caminando detrás de la mujer, por primera vez en los meses que estoy ahí, pude ver ese lugar, la linda sala donde podías encontrarte con tu apreciada familia.
La mujer me abrió la puerta y dejo que saliera no sin antes decirme "Ya sabes el horario Zenere

—Jorge— murmuré cuando lo miré parado frente a mi con una ligera sonrisa.

—Hola.— abrió ligeramente los brazos.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora