XII

1.2K 97 23
                                    


Narra Michael

Ya hace seis horas que Valentina salió, no imaginé que ella tardaría demasiado. Ya es de noche y la calle no es segura a esta hora, no contesta el celular, marca como apagado y su madre está histérica imaginando miles de cosas que a ella pudiera pasarle. Haciendo que yo me estremeciera.

Salí de casa sin que ninguno de los dos se diera cuenta con camino al hotel de su padre ya que no tenía maldita idea de en dónde quedaba la casa del tipo que decía ser su amigo.

Tomé el camino más largo hacia el centro de la ciudad, con el propósito de mirar si no se encontraba por ahí.
Tirada en el suelo cómo su madre lo suponía.

Llegué al hotel y pregunté por su padre, recibí un "Él no se encuentra aquí" de parte de un empleado. Pregunté por Valentina, sabía que ahí ya sabían quien era la hija del dueño, de nuevo contestaron que no sabían nada.

Me esperé fuera del edificio un par de minutos con la esperanza de que ella o su padre se aparecieran pero entre más tiempo pasaba, menos gente había.

Regresé nuevamente caminando, sin prisas y pensando en dónde ella pudiera estar. Llegué a la colonia sin noticias de ella, me detuve en una pequeña tienda para tomar un café caliente, el clima me estaba congelando.

Al salir me encontré con Ruggero su familia. Caminé ignorándolo, después me detuve al pensar que él podría saber donde se encontraba ella.

—Rugge— me acerqué a él — ¿Has visto a Valentina?

—No desde ayer.— contestó serio.

—No me mientas, estoy preocupado.

—No estoy mintiéndote. No la he visto desde ayer. ¿Por qué?

—No la encuentro, no sé dónde está.— le dije bebiendo de mi café.

—Lo siento, no sé donde está. Cuando llegue a casa le marco.

—¿Tienes su celular?— pregunté y él asintió — En estos momentos es cuando anhelo tener comunicación con ella.— solté aire.

—¿Sí sabes algo de ella puedes avisarme?

Asentí rápidamente y volví a la orilla de la calle para caminar ya hacia casa. Tal vez, y Dios quiera que ella esté ahí, es lo que más quisiera. No podría soportar a la noticia de que le han hecho algo.

Terminé el café y tiré el vasillo a un contenedor.
Vi a Valentina en el porche acompañada por el tipo con el que salió en la mañana.

Después de hablar con ella, de sentir su mirada clavada en la mía, de mirarla llorar, de escuchar esas palabras tan sinceras que venían de su boca, esos suspiros de tristeza que soltaba cuando yo hablaba. Después de tenerla entre mis brazos, de sentir su corazón muy junto al mío, de sentir que esa conexión que nosotros teníamos no se ha ido, que ha permanecido ahí desde el último abrazo y beso que le di, y el último te amo que pronuncié para ella. Después de soltar unas ligeras lágrimas sin que ella se diera cuenta, fue como aceptó que tenía que enfrentar las cosas como debía ser, me sentía la persona más orgullosa del mundo al escucharla decir que ella podía hacerlo, que podía ser fuerte.

—Pero...— dijo cuando entraríamos a la casa.

—No hay peros en ésta situación Valentina

—Los hay.

—Sean los que sean, no podrán contigo.

—No es eso. Si entras junto conmigo ya no podrás decirle que no me viste.— explicó — será mejor que entre después que tú.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora