XXXXIIII *FIN*

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La presencia de los policías, de los jefes de policia, los abogados, la gente que recién acababa de realizar un robo o un asesinato, los gritos de las personas que juraban eran inocentes, los carros de patrulla, los radios anunciando delitos a través de códigos me hicieron mal.

-¿Estás bien?- pregunta Ronnie, el abogado de Jorge

-¿Dónde está? Quiero que sea rápido.

Asintió con la cabeza y siguió el camino.
Me guío hacia una sala, en la cual me pidió que esperara. Me senté en una silla negra, enfrente de ella había un hombre con corbata leyendo una revista, en realidad no tenía ni idea de quién era, pero podía ser cualquiera, todos ahí usaban corbata.

Tomé un dulce de menta que había en la mesa de cristal que nos separaban al hombre y a mi y lo introduje en la boca mientras ese hombre me miraba.

Miré el reloj por aproximadamente veinte minutos y el hombre de traje y sombrero seguía sin moverse y sin quitarme la mirada de encima. Esto comenzaba a tornarse incómodo, sólo esperaba que Ronnie me llamara de una vez por todas.

-No tienes cara de asesina o ladrona.- la voz ronca del hombre logra sacarme de mis casillas.- ¿Qué haces aquí?

Su cabello era negro, con un toque de canas blancas por la edad, estaba muy bien peinado al igual que su barba. Tenía un par de tatuajes que llegaban a sus nudillos, pero el traje que llevaba cubría la mayoría, su corbata negra le hacía juego con su sombrero, era un hombre muy elegante.

-¿Perdón?

-Lo siento.- deja la revista en su lugar.- Malcom Rodriguez, mucho gusto.

Esto me parecía muy raro, pero no darle la mano sería de muy mala educación. Así que extendí la mano hacia él y él la sacudió con simpatía.

-Valentina, pasa ya.- me habló Ronnie.

Asentí con la cabeza y me levanté de un golpe dejando al hombre sentado en el sofá.
Entré en la puerta en la que él me indicó encontrándome con más hombres de traje y un par de policias.

Me pidieron registrar mis datos en un par de hojas, y dejar mis huellas en otras más. Si me hubiesen pedido fotos de perfil delante de un fondo blanco con rayas, hubiese pensado que yo era la acusada de matar a Michael.

Después de ello me guiaron a otro salon, el famosos cuarto de interrogatorio con espejo, como el de las películas.

La miré a ella a través del espejo, sentada en una silla y siendo vigilada sin que ella lo supiese. Agradecí mucho que no estuviese esposada, pues me mataría en un segundo.

-¡Valentina!- se levanta de un salto recién me ve entrar y se acerca con velocidad a mi.- mi amor ¿Cómo estás hija? Te he extrañado mucho.- acarició mi cabello y acomodó mi flequillo detrás de mi oreja.

-Mamá...- suspiré y sonreí al verla. Por alguna extraña razón me alegra verla.

-Ven, Ven.- Me llevó hacia la silla que estaba frente a la suya para después ella sentarse.- Gracias por venir mi amor.

-Me dijeron que querías verme.

-¿Y por eso veniste? ¿No querías verme tú?

-No, no. Claro que sí, quería ver qué estuvieras bien mamá.

-¿No me odias como todos lo hacen?- abraza su torso.

-Eres mi mamá, no puedo odiarte.

-¿Me amas? ¿A pesar de todo?

-Cometiste errores, errores que ya están olvidados madre.

-¿Me amas?

-Te amo madre, y me da mucha pena verte metida acá.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora