XX

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—Me divertí. — le agradecí a Agustin al momento de abrir la puerta del departamento de Jorge

—Me alegra que te haya ayudado.— me sonrió — ya tienes mi número, cuando quieras.

—Sí, lo sé.

Me acerqué a él para abrazarlo, al momento de separarnos no lo hicimos del todo y nuestros rostros quedamos uno al centímetros de otro. Pude sentir su respiración, su corazón latir a mil por hora como el mio lo estaba, lamió su labio inferior mirando los míos, una ligera sonrisa se formó en sus labios.

—¿Sabes?— murmuré — estaba pensando y, creo que tienes razón.— sonreí — siempre tienes razón.

—¿De qué?— susurró él, nuestros rostros seguían en la misma posición.

Empuje levemente su nuca, sus labios se juntaron con los míos y él abrió ligeramente su boca para comenzar un tranquilo y lento beso.

—Tranquilo hombre. — dije entre el beso.

—No puedo detenerme.— sonrió burlón e introdujo su mano por debajo de mi chaqueta.

—Debo entrar. — me separé de él — ¿Okey?

—Está bien.— hizo media sonrisa.

—Tranquilo con Carolina, eh.— fruncí el ceño.

—Trataré de.— dijo sarcástico, yo golpeé su brazo.

—¿Lo haremos oficial?— pregunté.

—Cuando tu padre esté presente ¿Te parece?

—Perfecto.— sonreí.

Besó mi mejilla para después caminar para esperar el elevador.

No me arrepentía de nada, pues sabía que tal vez él me haría olvidar a Michael, mientras me enamoraba poco a poco.

—Hola Jorgr— salté ligeramente del susto al mirarlo mirándome.

—¿Quién era?— preguntó — ¿Michael l?

—No, no.— reí por lo bajo quitándome el abrigo. — Agustin.

—¿Por qué te besó?— preguntó serio.

—No me besó... — alargué la "o", aún tenía sobre mi su seria mirada.— bueno, sí.

—¿Por qué? — volvió a preguntar.

—No me digas que eres un padre celoso.— torcí la boca.

—Mañana lo quiero aquí, a las diez de la mañana. Espero sea puntual.— alzó la voz.

—Pero...

—Sin peros Valentina, si él te quiere y le interesa que las cosas contigo sean correctas él estará aquí. Es una orden.

—Okey.— asentí irritada

—¿Comemos?

—No, preferiría tomar una ducha.— confese.

—¿Por qué?

—Porque no me he duchado.

—Okey, te esperaremos.

—Negué con la cabeza.— no lo hagan, de verdad que no.

¿Me ordena? ¿De verdad lo está haciendo? Acepto que un padre puede ordenarle a su hijo cualquier cosa pero, él me dijo que no me trataría como Norma lo estaba haciendo, y es justo lo que ahora está haciendo.
Al diablo su maldita orden.

Ya comenzaba a oscurecer y sabía lo que eso significaba; abrí las cortinas de los ventanales que la habitación tenía y me paré frente a ellas para mirar una a una las casas, locales o lo que fuese encender su toque navideño que se miraba precioso.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora