VIIII

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—¿Y qué te dijo?

Cande me preguntó por teléfono después de platicarle todo, excepto el sueño.

—Prefiero no contártelo. — me desanimé.

—¡¡Dime!!— gritó con fuerza.

—No.— despegué unos centímetros el celular.

—¿Es en serio? No puedes dejarme así, no ahora Valentina. Voy a matarme, te exigo que me lo digas. Voy a enloquecer, rápido, ya, dime.

—Pip, pip, pip.— fingí haber cortado.

—No seas ridícula, puedo escucha la música de fondo.

Me eché una carcajada. No era buena para eso de las bromas.

—¿Qué harán hoy?— pregunté.

—Lavaré ropa.— yo me burlé, pero no me daba gracia, creí que su familia le ayudaba con sus deberes— Agus saldrá, creo, no sé. ¿Quieres que le pregunte?

—Por favor.

Me hizo esperar unos minutos, puse el celular en altavoz y caminé hacia el baño abriendo la puerta del espejo para mirar los medicamentos y tomar una pastilla que según yo, servía para la depresión. Sabía que la pastilla no ayudaría lo suficiente, pero me levantaría un tres por ciento el ánimo y eso ayudaría. Me sentía mal, igual que ayer, que hace un mes, que hace cinco meses, que hace un año, no pararé de hacerlo si no ignoro todo esto y si no dejo de buscar más problemas. No debí hacerle esa pregunta a Michael, recibí una respuesta que no esperaba escuchar.
Pero era de esperarse ¿Qué pretendía escuchar? Él tiene a alguien más lo quiera o no, y si él tomó esa decisión es porque ya no le importa nada, porque no tiene culpa, porque se siente libre. Porque ya olvidó esto.

Fingía estar bien, fingía que las cosas iban de lo mejor con Cande, por el simple echo de que ella tiene suficientes problemas cómo para cargar con los míos. Si yo le hubiese dicho toda la verdad ella lo único que hubiera dicho sería "Hablaré con él y arreglaré esto" la conozco lo suficiente. No tengo la menor duda de que todo resolvería más rápido que yo, pero sus maneras de arreglar las cosas no son muy correctas. Lo he visto una y mil veces.
Comienza hablando con serenidad y seriedad para después de unos segundos gritar histérica e insultar por todo. Es un ángel, pero cuando se enoja, es un pequeño demonio.

—¡Valentina!— habló Agus después de esperar un rato, regresé a dónde el celular se encontraba y me recosté sobre la cama con las piernas en la cabecera de la cama.— estaba por llamarte en un minuto.— se escuchaba agitado, cómo si hubiese corrido.

—¿Qué tal? Sólo quería que Cande me dijera qué harías.— cerré los ojos intentando relajarme un minuto.

—¿No quieres hablar conmigo?

—¿Qué? Oh, nonono. Creí que estarías ocupado de nuevo. Ya sabes.

—Mis padres salieron, solos afortunadamente. — rió.

—Me alegro por ti.— dije sin ánimos.

—No te escuchas muy alegre Zenere, y no creo que lo estés. En realidad estoy seguro de que no lo estás. ¿Quieres un consejo o algo así, un hombro tal vez, o quizá una pierna en la cual montar la tuya?— se burló por todo lo que yo acostumbraba hacer.

—En realidad sí.— sonreí

—¿A qué hora te veo?

—Pero...— hice una pausa— no es por nada, sabes que adoro con mi vida a Cande pero no quiero que esté ella. Sabes cómo es. ¿No?

—¿Entonces es grave?

—No.

—No entiendo.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora