XI

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Todos me miraron callados, con la mirada incrédula.
Mi respiración subió de intensidad y respiraba con agresividad.

—Vamonos de aquí Agus.— le dije y lo jalé hacia la salida.

Mi madre me gritaba que no me fuera histérica, los ignoré a todos y salí junto con Agustin

—Perdón Valentina, yo...

—No importa.— le dije interrumpiéndolo.

—No, sí importa Valentina. Me molesté tanto de que te dijeran tantas cosas horribles. Mi pecho no es bodega.

—Pero, dijimos que — me maldije cuando una lágrima rodó por mi mejilla— prometimos que no lo hablaríamos nunca más. Creí que podía confiar en ti.

—Calmate, puedes confiar en mi.— me atrajo a él y me abrazó, no podía no abrazarlo.— sólo que... entiendeme por favor.

Me separé de él y me quité su sudadera.

—toma esto— se la devolví— ¿Puedes acompañarme al hotel de mi padre?

—¿Para qué?— me regresó la sudadera.

—Le pediré que me deje pasar la noche ahí. Mañana será otro día.

—Si es así vente conmigo, estarás mejor con Cande y no sola en una habitación de hotel.

—No, está bien.

—Estarás con Cande, no conmigo. No te preocupes.

—No es eso.

—¿Entonces?

—¿Qué van a decir tus padres Agustin?

—No dirán nada, soy increíbles.

—¿Puedes acompañarme o no?— pregunté.

—Asintió— sólo ponte esa sudadera.

Negué con la cabeza y bajé las escaleras del porche cabizbaja.
Un perdón podía solucionarlo, pero eso no evitará el desastre que acaba de ocasionar. Si Norma no me dejaba tranquila, al escuchar eso me obligará a explicar lo sucedido y es algo que yo no quiero recordar, prometí no recordarlo más.

—¡Valentina!— escuché al otro lado de la calle, miré a Michael cruzándola y caminando hacia nosotros.— ¡Rayos! ¿Estás bien?

—¿Por qué lo preguntas?

—Tú madre me dijo que tu celular estaba apagado, que no contestabas y que tal vez te había sucedido algo.

—No entiendo, sabías que estaba con él.— señalé a Agus

—No creí por demasiado tiempo.

—¿Saliste a buscarme?

Se encogió de hombros asintiendo con la cabeza.

—Estoy bien, gracias por preocuparte.— sonreí con naturaleza, pude jurar que mis ojos se abrieron brillantes.

—¿Y a dónde vas?

—Al hotel de Jorge.— contesté.

—¿Para qué?

—No importa.

—Confía en mi, no le diré a Norma.

—Es difícil confiar en ti.— lo miré con decepción.

—Okey, no me lo digas ¿Puedo acompañarte?

—No.

—¿Por qué?

—Por tres cosas.— aclaré la garganta— tu novia te espera adentro,Agus va a acompañarme y porque sé que le dirás a Norma.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora