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—¿Ya estás mejor?— Agus acarició mi cabeza aún sentados en el sofá.
Dentro de la cafetería, con el pastel de queso sin terminar sobre la mesa.

—Estoy bien desde hace diez minutos, sólo que eres más cómodo de lo que pareces.— me levanté y le sonreí.

—Me encanta verte sonreír

—Ya habrá más de eso, te lo prometo.

—Por primera ves siento que hablas en serio.— me miró fijamente.

—Nunca he hablado más en serio.— volví a sonreír— siento que soy lo suficientemente valiente e inteligente cómo para afrontar las cosas como son, sin más llanto ni sufrimiento.

—Siendo fuerte.— agregó

—Siendo fuerte.— aseguré.

—Esa Valentina, es mi Valentina.— me abrazó dándome un apretón. — Nosotros siempre vamos a estar para ti, no lo dudes.

—Se los agradezco con el alma.

Y de verdad lo hacia, ambos han hecho cosas por mi que no creí de un amigo. Pero lo que yo no sabía es que estos sí son verdaderos amigos. Nunca había tenidos amigos verdaderos, ahora me doy cuenta.

Poco tiempo después, recibí una llamada de Jorge cuestionándome por mi estado de ánimo como siempre lo hacia. Pedí hablar con él en persona cuando pudiera. Tenía una pregunta para él, una pregunta de la que estoy segura la respuesta sera un frío y retundo "No". Esperemos que esté equivocanda.

Agustin se ofreció a llevarme y pasar un rato con Cande en su casa ya que ella se encontraba sola y decía tener ganas de verme. Yo acepté de inmediato porque quería hacer todo menos estar en casa.
Sus padres no estaban en su casa, y cómo todo chico sin sus padres o algún familiar mayor, siempre es bueno pedir comida a domicilio.
Esperamos a que Cande terminara sus deberes, deberes en los que yo le ayudé y en los que Agus colaboró sólo con tomar fotos de todo lo que fuera, pidiéndonos hacer poses o gestos extraños.
Comimos lo que había llegado a su casa mirando una serie llamada Pretty Little Liars. El audio estaba en inglés y los subtítulos en español. Al principió miraba los capítulos leyendo en los subtítulos, pero al paso del tiempo y sin querer sólo escuchaba el audio nada sorprendida.
A Agustín se le salía el inglés cuando pedía palomitas de mantequilla o a Cande cuando notaba algo extraño en la serie y quería platicarnos.
Nos mataba de risa porque hablaban español y en un segundo cambiaban completamente el idioma.

—Oye, oye.— Cande me lanzó a lo lejos una pantufla que le regresé de golpé.

—¿Qué hay?— le dije mientras lamía mis dedos con salsa picante en la barra de su cocina.

—"¿Qué hay?"— parecía escribirlo en el aire— la mejor frase que podré escuchar en mi vida.— me abrazó por los hombros haciéndome sonreír.

Nunca se me va a olvidar el momento en el que ella entró a esa habitación del internado mientras yo apenas despertaba de un profundo y nada buen sueño. Después de que inyectaran algo en mi brazo.

—¿Tú y Agus se traen algo?— me susurró sacando una soda de la nevera y un limón que yo había pedido.

—¿A qué te refieres con algo?— tomé el limón que me lanzó.

—Romance, relación.— susurraba. Él se encontraba en la sala, pedimos que le pusiera pausa a la televisión para ir por más palomitas.

Reí irónica negando con la cabeza.

—¿Qué te hace pensar eso?— le pregunté exprimiendo el limón en una cuarta parte del contenedor.

—Te mira cómo si fueras lo más hermoso del mundo.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora