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Llegamos la casa de Cande. Estaba nerviosa, tenía miedo de como él pudiera reaccionar, me sentía mal de estar ahí, después de todo lo que le hice, a pesar de que él no se merecía ni una pequeña parte.

—Valentina, sólo... que sea rápido ¿Está bien?

Pregunta Cande y yo asiento con la cabeza,  subo las escaleras de su casa con pasos lentos mientras ella se dirigía hacia su cocina.
Llego a la puerta de su  cuarto y me detengo antes de tocar.

¡Eres una verdadera cobarde Valentina, toca esa maldita puerta de una vez!
Coloco mis nudillos y la golpeo tres veces con los mismos, escucho un "Cande, te dije que no quiero ir al cine" desde el interior.

Abro la puerta y lo miro sentado sobre su escritorio, mirando su computador el cual tenía letras y sólo letras.

—¿Puedo pasar?

Escucha mi voz y voltea a verme con rapidez. Su cara me hizo creer yo que era la última persona a la que él quería ver.

—Ya estás dentro.— cierra la ventanilla de la página en la que estaba.

—¿Estás muy ocupado?

—Escuché que Michael estaba en el hospital.— evade mi pregunta.— ¿Cómo está?

—Bien él...— sonrío— él está bien.

—Qué alegria.— gira su silla aún sentado en ella y me mira fijo.

—Sí...— le sonrío mientras él me miraba sin gesto alguno.

— ¿y qué haces aquí?— pregunta frío.

—Sabes por qué estoy aquí, Agustin.

—No, no sé ¿Qué haces aquí?— repite.— creí que, no sé, Michael había muerto y por eso estabas aquí, porque soy plato de segunda mesa. Ya sabes.

—¿Y te molesta que las cosas no hayan sido así?

—En lo absoluto.— niega con la cabeza.

—No eres plato de segunda mesa, no pienses que pienso así de ti porque estás completamente equivocado.

—Ríe y niega.— ¿Por qué estás aquí?

—Me jode Agustin que siempre evadas lo que digo.

—¿Por qué no estás con él?— aprieta la mandíbula.

Tomo aire y resoplo.

—Quiero hablar contigo.

—¿De qué?— finge que nada había pasado.

—No hagamos esto más dificil.

—¿De qué?— toma impulso y se levanta para aproximarse hacia mi.

—Cande me dijo que estabas mal.— miro hacia un costado gracias a su mirada que me intimidaba.

—Cande siempre miente.

—Lo dudo, puedo verlo en tus ojos.— lo miro.

—¿Puedes verlo en mis ojos?— ríe bajo y niega con la cabeza.— ¿Y por qué no pudiste ver que yo te amaba con toda mi alma?

—Agustin yo...

—¡¿Por qué estás aquí?!— alza la voz callandome.

—Quiero hablar, de esto.— señalo.

—¿De esto? ¿De lo estúpido que soy?

—Por favor Agus...— niego con la cabeza molesta.— necesito que me escuches.

2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora