2.Mi Hermanastro-Michaentina (Adaptada)

XXV

Con mente, corazón y sentimientos destrozadps, con el alma en el suelo es como en Nadiad me sentía, es como él me ha echo sentir, como alguna vez me sentí y dije no sentirme así nunca más. Pero es que no pienso que si él está cerca nada de eso es posible, qué él cerca es tristeza asegurada.
Y es que sólo él es experto en lograr hacerme sentir de esa manera, es lo único que logra hacer bien, hacer sentir jodidamente mal a la gente.

Dudo que me arrepienta y de vuelta atrás y es que si lo hago sería una tremenda ingenua. ¿Cómo cojones se le puede ocurrir hacerme algo así? Sabiendo perfectamente como era que yo estaba, sabiendo que me moría por él, que me mataba de celos verla con ella. Sabiendo más que nadie que esta verdad nunca podré perdonarla, pues es lo peor que me han hecho. Y sí, aunque me mate de dolor saber que él y yo podemos estar juntos ahora, yo no podré perdonarlo, no podré mirarlo de la misma manera.

Cada vez estoy más cerca de estár más lejos de mi.

—¿Sí?— sequé mis mejillas y contesté el celular.

—¿Estás bien?— preguntó Jorge del otro lado del celular.

—¿Qué pasó?— pregunté sin contestar su anterior pregunta.

—Ya estamos cenando linda, me paré un segundo de la mesa, tú lugar está servido.

—Lo lamento papá, no creo llegar.

—¿Cómo? ¿Estás bien?

—Sí, sí, sólo que...— me detuve un momento— ¿Puedo contarte después? No quiero hablar ahora.

—¿Dónde estás? voy por ti.

—No, no, no.— lo detuve — Estoy bien papá, lo juro. Hay demasiada gente en la calle ahora, no te preocupes. Todo bien.

—Pero ¿Qué pasa?

—Te cuento cuando llegue allá, por favor.— rogué— ahora mismo voy con Agustin.

—Mi amor. Es mi primera Navidad junto a ti.

—Perdón.— sollocé.

—Tu tío me dijo que te habías ido con un chico, ¿Era Michael?

—Sólo pasaré rápido con Agus, te llamo en cuanto vaya para allá ¿Okey?

—¿Segura que estás bien?

—Juro platicar contigo, sólo prometeme que cenarás como si yo estuviera ahí. No te preocupes papá,  yo estoy bien. — limpié la lágrima  que recién había salido.

—¿Me llamas?

—Por supuesto, es más. Estoy segura que llegaré a darles sus obsequios.

—Te espero corazón.

—Gracias papá, de verdad gracias. Te quiero. — aclaré mi garganta.

—Te amo linda, nunca lo olvides.— me dijo.

Sonreí al escuchar eso y colgué el celular. Sabía que él no podría llegar a defraudarme jamás, me ama con toda su alma y me hace bien saberlo, todo el cariño, amor y apoyo que no tuve durante años lo estoy recibiendo ahora mismo, y multiplicado por tres.  Es el mejor regalo que pueden darme.

Limpié el maquillaje que se me había corrido, me miré en el reflejo de mi celular, acomodé un poco mi cabello junto con mi falda y toque la puerta de Cande que se encontraba adornada con una gran corona de pinos y brillantes luces.

—¿Sí?— abrió la puerta la madre de los chicos, con un vestido largo color rojo y con un maquillaje que la hacia lucir joven.

—¿Qué tal?— sonreí abrazando mi torso.