Empezamos con otra organización

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Y aquí seguía yo en mi habitación sin hacer nada. Había pasado una media hora desde que Axel se había marchado llevando consigo a Boo.

Pensaba seguir viendo una serie cuando la pantalla de mi teléfono se iluminó mostrando una llamada entrante.

-Hola Alex- Dijo la voz de Alan alegre.

-Hey, ¿cómo tú dando señales de vida tan temprano?- Dije mirando mi reloj que marcaba tan solo las 15:10.

-Ah, no tenía sueño- Se excusó.

-¿Estás bien?¿Seguro que no necesitas ayuda?¿Dónde estás? No te muevas que estoy allí en diez minutos- Dije acelerado.

-No, de verdad que estoy bien, solo que como ya sabes se acerca el cumpleaños de Isaac y tenía pensado preparar una fiesta sorpresa- Dijo, lo que me hizo recordar que el cumpleaños de Isaac es el 5 de enero y estábamos ya a mediados de diciembre. Si es que en dos semanas eran ya las vacaciones de Navidad.

-Claro, si quieres podemos quedar esta tarde para empezar a organizarlo, es su decimosexto cumpleaños, por lo que hay que currárselo. Voy a avisar también a Mia, es su novia así que tiene que saberlo. Nos vemos donde siempre en media hora- Dije apresuradamente y colgué para llamar a Mia.

-Dígamelo- Dijo la alegre voz de Mia.

-Te lo digo, en tres semanas es el cumpleaños de tu querido Isaac. En media hora te veo en el Starbucks del centro- Colgué sin dejarle tiempo para rechistar.

Me desvestí, ya que todavía llevaba puesto el uniforme del colegio y me puse unos vaqueros y una sudadera cualquieras. Salí de mi casa con el tiempo justo, menos mal que esta no está precisamente lejos del centro, gracias a esto llegué a tiempo para tener que esperar solo.

-Uf, se me ha hecho tarde- Dijo Mia acercándose rápidamente a mí.

-Tranquila, todavía tenemos que esperar- Dije mirando mi reloj, Alan es al igual que yo bastante impuntual, así que podía llegar tarde desde diez minutos hasta una hora.

-¿A qué?- Preguntó curiosa.

-A Alan, no sé si lo conoces.

-A sí, tu amigo el albino que es el mejor amigo de Isaac.

-El mismo- Dije mirando hacia cualquier dirección por la que pudiese venir.

Esperamos durante media hora en la puerta y planeamos lo que hacer si preguntaba cualquier cosa sobre nuestra familia.

-Así que si pregunta tengo que decir que estoy aquí porque soy la hija de un cirujano importante que ha sido trasladado al hospital de esta ciudad, ¿no?- Dijo recapitulando lo que habíamos acordado.

-Sí, es algo simple, pero mejor eso que inventar una historia que haga aguas por todas partes. Ahora calla, está llegando- Dije al ver como Alan subía la cuesta hasta la plazoleta.

-Perdón por la tardanza pero es que si hay una cosa que no soporto son los atascos- Dijo tocándose la nuca.

-No pasa nada, ¿entramos?- Dije abriendo la puerta.

Ya dentro cogimos una mesa alejada del resto, de tal forma que parecía que estábamos planeando un robo en vez de un cumpleaños.

-¿Tienes pensado algo?- Dije mirando hacia Alan.

-Desde pequeño le han gustado los castillos inflables, así que podemos alquilar uno- Dijo serio.

-¿En serio? No me lo imagino saltando en uno- Dijo Mia sin poder aguantar la risa.

-Déjala, la verdadera pregunta es: ¿dónde podemos poner un castillo inflable?- Dije pensativo.

-Tranquilo que he pensado en todo. Sus padres me han dado permiso para ponerlo en su patio, pero el problema es cómo hacer que no se dé cuenta. Ahí es donde entras tú. Tenía pensado que lo entretuvieras mientras lo montábamos, pero es mejor todavía si Mia te ayuda- Narró Alan entusiasmado.

-Por mí no hay problema, ¿tú que piensas Mia?- Dije dirigiendo mi mirada ahora hacia ella.

-Pog mi tampogco- Dijo mientras mordía su magdalena, la cual no sé ni cuándo ni cómo había conseguido.

-Vale, pero no hables con la boca abierta- Dije quitando una pepita de chocolate de su mejilla. En realidad es algo indignante tener que comportarte como el padre de una tía de treinta años teniendo la mitad.

-Al parecer os lleváis muy bien, me alegro, pero ¿cómo es que te has mudado aquí a mediados de curso?- Siguió Alan entusiasmado. Era ahora o nunca, Mia tendría que mostrar su gran actuación para conseguir engañarlo aunque en realidad a mí no me hacía ninguna gracia mentir a mis amigos.

-Por el trabajo de mi padre- Dijo como si engañar a la gente fuese su pan de cada día, aunque tampoco estaba tan alejado de la realidad. Mia es una agente de las fuerzas armadas que se hace pasar por mi prima de quince años teniendo treinta, ¿cómo no iba a ser capaz de inventar una causa creíble para su traslado.

-Ah, ¿echas de menos dónde vivías antes?- Siguió Alan con su interrogatorio, y es que cuando se interesa por algo no para hasta satisfacer todas sus dudas, creo que hasta un detective hace menos preguntas que él.

-No, estoy acostumbrada. Mi padre es un cirujano importante, así que cambiamos de ciudad cada poco tiempo, aunque esta vez espero estar aquí un buen tiempo- Dijo sonriente, nadie podría decir que estaba interpretando un papel. Mientras tanto aquí estaba yo en medio de la conversación sin hacer ni decir nada, solo viendo como cada turno uno tomaba la palabra y el otro respondía a la perfección.

Pasamos así un buen rato hasta que la camarera nos desalojó por tener que cerrar la cafetería.

-Menos mal que no es la misma de la última vez. Casi nos echó a patadas y no exagero- Dijo Mia enfurecida.

-Relájate, que te va a dar un ataque- Dije tratando de tranquilizarla.

-Bueno, yo me voy a ir yendo antes de que tengamos que llamar a una ambulancia porque le dé un chungo- Dijo Alan y echó a correr calle abajo.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos para no oírnos volví a mi conversación con Mia.

-Todavía tengo bastantes dudas sobre ti- Dije mirándola a los ojos.

-Pregunta, te responderé en todo lo que pueda- Dijo manteniendo mi mirada.

-Bueno, allá voy. ¿Quién eres y por qué estás aquí?

La vida del antisocial no es fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora