Pensamientos de última hora

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5:30 era la hora que marcaba mi reloj mientras sonaba ese molesto ruido, ¿quién en su sano juicio encendía una maquinilla de afeitar a las cinco y media de la mañana de un viernes? Me levanté de la cama para darme cuenta de que alguien estaba ocupando mi baño, es verdad, ¿quién lo haría salvo Axel?

Me dirigí al baño donde me encontré al idiota de mi primo.

-¿Qué estás haciendo? ¿Sabes qué hora es?- Pregunté adormilado.

-Ah, perdona por haberte despertado. Es que me han avisado de que tengo que presentarme en el trabajo urgentemente, así que si me disculpas voy a ir a vestirme- Dijo mientras recogía una toalla del suelo y dejaba la habitación.

Volví a mi dormitorio donde encontré a Axel vistiéndose tal y como me había anunciado.

-Alex, ya sé que soy un Dios griego venido al mundo, pero, ¿puedes dejar de mirarme y pasarme los zapatos?- Preguntó mientras me señalaba el rincón sobre el que descansaban unos botines negros.

-Primero, no te estaba mirando y, segundo, aquí tienes- Dije mientras le lanzaba sus zapatos.

-Ni ti istibi mirindi. Que mal humor tienes hoy, ¿acaso te molesta mi perfección?- Dijo mientras giraba los ojos.

-Hombre, son las cinco y media de la mañana, no creas que voy a estar cantando y lanzando flores al aire. Ahora si no te importa, voy a intentar volver a lo que estaba haciendo hasta que me has despertado- Dije mientras volvía a meterme en la cama.

-Bueno, bueno… ya te dejo seguir durmiendo Bella Durmiente- Dijo mientras dejaba la habitación.

Intenté dormir y, tras media hora esforzándome lo conseguí y pude disfrutar de una hora de gloria hasta que me interrumpió el sonido de la voz de mi padre.

-¡Alex, ya son las siete y cuarto!- Exclamó desde la puerta.

-¡Voy!- Grité con mi mal humor propio de las mañanas.

Salí de la cama y me dirigí al baño, donde tanto hice mis necesidades matutinas como tomé una ducha, para después volver a mi cuarto y vestirme con mi uniforme.

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, donde encontré a mis padres tomando su desayuno.

-¡Wow, te has levantado a una hora normal!- Exclamó mi padre sorprendido.

-Sí, lo llevo haciendo desde que llegó el idiota de Axel- Dije mientras tomaba asiento.

-¿Estás seguro de que no tienes un virus raro?- Preguntó mi madre mientras acercaba su mano a mi frente.

-Uf, déjame mamá. No estoy de humor para bromas, solo quiero dormir- Declaré irritado.

-Vale, vale… cambiando de tema, ¿sabes dónde está tu primo?- Preguntó seria.

-Sí, el muy imbécil me despertó a las cinco y media porque se tenía que ir al trabajo. Ahora me voy que me tengo que terminar de preparar, así que si me permitís voy a volver a lo mío- Dije dejando la cocina in haber llegado a tomar nada, en realidad tampoco tenía hambre, así que por un día no me iba a morir.

-¡Alex!- Volvió a gritar mi madre- ¿No quieres una tostada?

-¡No! No tengo ganas- Dije en su mismo tono.

La vida del antisocial no es fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora