Recuerdos del pasado

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Narra Mery

Casi una semana. Casi una semana había pasado desde la última vez que vi a Axel.

Sabía que lo que había hecho no tenía perdón, pero lo hice sin pensar. Al escuchar que estaba saliendo con un chico lo primero que pensé fue en que me iba a dejar como hizo su padre, pero ¿qué culpa tuvo ese pobre hombre?

Flashback

Era un día normal y corriente cuando me dirigía a la escuela. Faltaba poco para mi décimo sexto cumpleaños y ya tenía todo pensado para pasar el mejor día de mi vida junto con mi mejor amiga Wendy Thomas, a quien por cierto no había visto todavía y eso era extraño ya que siempre vamos juntas a la escuela.

-Espera, Mery- Dijo una voz apresurada detrás de mí.

-Hablando del Rey de Roma, ¿qué ha pasado? Siempre sueles ser tú la que me espera- Dije algo preocupada.

-Nada, no tienes por qué preocuparte, solo me he quedado dormida- Dijo tocándose la nuca. Nos conocemos desde los tres años, y tal y como ella sabía que yo estaba preocupada, y supe que ella me estaba ocultando algo.

-Bueno, ya me contarás lo que ha pasado realmente- Dije.

-Tenlo por seguro- Dijo dedicándome su sonrisa de siempre- Por cierto, ¿dónde está tu hermana?

-¿Alice? Está enferma, mira que le dijimos veces que cogiera el abrigo, pero no hizo caso. Ya sabes lo cabezota que es- Dije empezando a andar.

-Pobre, esta tarde me pasaré a visitarla. Tenemos que terminar de perfilar algunas cosas sobre vuestro cumpleaños- Siguió Wendy cogiéndome el paso. Se me olvidaba mencionar que Alice y yo somos mellizas. Sí, ella entre mis otros tres hermanos tenía que ser mi melliza. Ya estaba harta de que siempre me comparasen con ella, que si saca mejores notas, que si se comporta mejor, que si es más guapa, aunque también fuera una cabezota eso a nadie le importa y sí, ya tengo claro que ella es mejor en todo, pero la gente no parece darse cuenta y no para de repetírmelo.

-Eh, ¿me estás escuchando?- Dijo Wendy moviendo su mano delante de mi cara.

-Ah, no, perdona ¿qué estabas diciendo?- Dije algo avergonzada.

-Cómo no, tú siempre en las nubes. Estaba diciendo que si quieres al terminar la fiesta te puedo llevar a la discoteca para que conozcas a unos amigos nuevos- Dijo sonriente.

-Claro, nunca viene mal hacer amigos nuevos. Eso sí, nos tendremos que encargar de la cotilla de mi hermana para que no se chive a mis padres- Dije. Ya estábamos en la puerta del instituto y en menos de tres minutos comenzarían las clases.

-Ya hablamos a la salida. No podemos dejar que nadie sepa de nuestro plan maestro- Dijo corriendo hacia su clase, cómo no yo estaba en una que se encontraba en la otra punta del colegio. Mientras tanto ella como mi hermana estaban en A, la clase con las mejores medias, yo estaba en D, la peor clase de todo el instituto. Y sí, por si todavía quedaba alguna duda yo era la “lenta” de la familia, entre ser la pequeña de la familia y que por lo tanto me mandasen a todos los recados, porque no, Alice es la niña mimada de la casa, todo lo que dice se cumple, por lo menos a veces me tiene en cuenta y me ayuda, esas pocas veces se le agradecen y sumando mi bajo rendimiento escolar parecía el bufón de la casa.

Tras pasar otra mañana de angustias entre visitas a dirección y avisos de llamar a mi familia pude salir, para volverme a extrañar al no ver a Wendy.

Decidí emprender mi camino de vuelta a casa, donde no me esperaba tampoco un mar de felicidad, por suerte al cumplir dieciséis dicen que uno se puede independizar, así que eso por lo menos hacía que tuviese ilusión por la llegada de ese ansiado viernes.

Esa tarde tampoco hubo señales de vida de Wendy, ni esa ni ningún otro día de la semana hasta la tarde del viernes cuando apareció como si nada por la entrada de mi casa con dos regalos enormes envueltos.

-Cuando acabe la fiesta le diré a tus padres que mi madre quiere que pases la noche en mi casa, así tendremos el plan perfecto para ir a la discoteca, tus padres no saben que los míos están de viaje, ¿verdad?- Me dijo al oído.

-Obviamente no les he dicho nada- Dije siguiéndole el juego.

Pasamos una tarde bastante aburrida, como no mis padres solo habían invitado a los amigos de Alice, tampoco es que yo tuviese mucho, pero por lo menos a uno o dos los echaba en falta.

Al terminar la fiesta Wendy llevó a cabo su plan, y minutos más tarde nos encontrábamos las dos saliendo de mi casa con una bolsa que supuestamente tenía mi pijama, pero que en verdad contenía el verdadero regalo de Wendy, que se encontraba dentro de la pila de cajas camuflado entre otras muchas cosas, y es que si mis padres hubiesen visto ese vestido rojo brillante y escotado no hubiesen dudado en matarnos tanto a Wendy como a mí.

Llegamos a casa de Wendy y tras prepararnos durante más de una hora, para que quedasen perfectos tanto el vestuario como el maquillaje estuvimos listas para salir.

Caminamos por las calles que se encontraban desiertas, puesto que eran las doce de la noche y normalmente la gente a esa hora estaba en su casa o tanto en bares como en discotecas hasta que Wendy paró delante de una puerta.

Parecía una estancia normal. Se veía luz proveniente del interior pero para nada como me lo imaginaba.

-¿Estás segura de que es aquí?- Pregunté desconfiada.

-Claro, no te preocupes, todo se vuelve mejor en cuanto entras- Dijo mientras abría la puerta.

La seguí y fue en ese momento en el que el local, de apariencia tranquila desde fuera se convirtió en el lugar más ruidoso y fuera de control que nunca había visto.

-No me sueltes- Dijo Wendy agarrando mi mano, advertencia que no pensaba desobedecer. Había una cantidad desmesurada de gente, pero conseguimos encontrar dos bancos libres en la barra.

-Hola Wen, por lo que se ve tras a una nueva amiga- Dijo el barman con una sonrisa.

-Sí, esta es Mery. Mery, este es Mark- Nos presentó Wendy.

-Aquí tienes una bebida por cortesía de la casa- Dijo el tal Mark poniéndome un vaso delante, el cual no dudé en absoluto en coger.

Un momento después no veía nada. No fue hasta al cabo de un rato cuando desperté sobre una cama solamente vistiendo mi ropa interior, en ese momento me percaté de que no estaba sola.

-Hey Mery, parece que no te ha sentado bien la bebida, así que te he traído a la habitación de descanso, pero al parecer hay alguien que quiere pasar un rato contigo, qué suerte, tu primer día y ya tienes un cliente. Asegúrate de tratarlo bien- Dijo Wendy con su sonrisa, la misma que tenía desde hacía un tiempo, aunque ese fue el primer momento en el que me di cuenta de que había cambiado, y no solo su sonrisa, sino también toda ella. Intenté decir algo, pero solo pude asentir. No era capaz de controlar mi cuerpo, al parecer me habían puesto droga en la bebida- Bueno, te deseo suerte, pasa Blake- Concluyó abriendo la puerta y saliendo, dejando así paso a un chico de unos 16 años que tenía pinta de cualquier cosa menos sobrio.

-Hola, soy Blake Kellyh, pero tampoco creo que te importe, en definitiva tú solos estás aquí para hacer tu trabajo y yo no te voy a obligar a escuchar las penas de un tío que ni te va ni te viene- Dijo intentando dirigirse a la cama y empezando a desvestirse.

Así sin poder hacer ninguna acción conscientemente pasé mi primera noche con un tío y sin saber ni cuándo ni cómo me encontré en la puerta de mi casa.

La vida del antisocial no es fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora