Cambios

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A la mañana siguiente me desperté y me di cuenta de la forma en la que me había quedado dormido. No tenía un uniforme de repuesto así que decidí ducharme y volvérmelo a poner tal cual.

Salí de mi habitación y un silencio sepulcral inundaba la casa. Fue en ese momento en el que me fijé en el reloj de la entrada y este marcaba las seis y media. Normal que Axel todavía no se hubiese levantado.

Decidí ir al salón y sentarme en el sofá mientras esperaba a que llegase la hora de ir al instituto o por lo menos a que Axel despertase y fue justo en ese momento cuando recordé todo lo que había pasado ayer con Tobby y que me originaba aún más dudas de las que ya tenía, así que encendí el portátil y bue una palabra, “Coleman”, su apellido.

Tras unos minutos de búsqueda no encontré nada interesante, salvo redes sociales de personas que compartían su apellido.

Justo en el momento en el que disponía a apagar escuché un ruido proveniente de la cocina y me dirigí hacia esta.

Abrí la puerta y me encontré a Axel, quien se disponía a recoger un rodillo del suelo.

-¿Alex? ¿Estás enfermo?- Dijo acercándose a mí y tocando mi frente.

-No creo, simplemente no tenía ganas de seguir durmiendo- Dije provoncándole una cara que reflejaba sorpresa.

-¿Quién eres y qué has hecho con mi primo?- Dijo señalándome con el rodillo.

-Me has descubierto. Lo he enviado a mi planeta, ya no lo volverás a ver- Terminé con una risa malvada y un momento después los dos estallamos en risas.

-Ahora hablando en serio, ¿quieres desayunar? Todavía tienes bastante tiempo- Dijo mientras sacaba dos panes algo quemados de la tostadora.

-No gracias, normalmente no desayuno antes de ir al instituto y creo que si lo hago ahora de repente me va a sentar mal. De paso, tampoco me atrae mucho eso de comer pan quemado- Dije mirando una parte del pan que se encontraba literalmente negro.

-Encima de que te ofrezco parte de mi desayuno no solo lo rechazas, sino que también te quejas- Dijo haciéndose el ofendido.

-Bueno, cambiando de tema, ¿qué vas a hacer hoy?- Pregunté curioso.

-No sé, supongo que lo mismo que he hecho desde que estoy en tu casa, así que papeleo- Dijo mientras terminaba de preparar un café.

-¿Normalmente los mafiosos no hacen misiones?- Dije intrigado.

-Alguna he hecho, pero suelen llevar mínimo dos semanas, así que mientras que no lleguen tus padres solo me encargaré del papeleo- Dijo aburrido.

-Hablando de mis padres, ¿sabes algo de ellos?- Dije mirándole a los ojos.

-No, no he hablado con ellos desde que les pregunté sobre lo de Boo- Dijo serio- Pero según lo que me dijeron volverán mañana. Por cierto, mira qué hora es ya, ve saliendo hacia el instituto, ayer me dijo Mia que volviste a llegar tarde.

-Pero si son solo las ocho menos veinte- Gruñí.

-A quien madruga Dios le ayuda, o eso dicen. ¿Por qué no lo pruebas?- Dijo empujándome hacia las escaleras.

La vida del antisocial no es fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora