No me olvides

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-¿Qué ha pasado Ian?- Pregunté mientras me acercaba hacia él.

-Es… es Joe- Siguió diciendo entre lágrimas.

-¿Joe? ¿Qué le ha pasado?- Pregunté agobiado.

-Él… me trajo hasta aquí en su moto, ya que me lo encontré a la altura de su casa… pero cuando me dejo en la calle de al lado… me dijo que iba a buscar un sitio donde dejarla y justo en ese momento cayó de la moto. No sé qué le ha pasado, ya que llamé a una ambulancia y vine corriendo para avisarte- Terminó.

-Pero… ¿cómo no te has quedado con él mientras venía la ambulancia?- Exclamé.

-Tenía miedo y pensé que lo mejor sería avisarte- Dijo mientras sus ojos se volvían llorosos de nuevo.

-Joder… No te preocupes, ahora mismo vamos a ir al hospital, se me acaba de ocurrir alguien que puede ayudarnos- Dije mientras sacaba mi móvil.

Marqué el número de Sam pensando en que si me iba bien, todavía no estaría muy lejos y su padre podría llevarnos en coche, pero este no contestó.

Probé suerte con otras personas, pero corrí la misma fortuna. O bien no contestaban o no podían llevarnos, así que decidí llamar a mis padres para que avisasen a quienes iban a ir por la tarde sobre lo que había pasado. Justo hoy Axel estaba ocupado por la tarde, menuda suerte la mía.

En ese momento, para rematar el día vi a Tobby manejando su coche.

-Eh, ¿cómo vosotros por aquí todavía? ¿A esta hora los niños buenos no deberían estar en la cama?- Preguntó burlón mientras aparcaba su coche al lado nuestra.

-Cállate gilipollas. Tenemos un problema serio, así que si te puedes ir por dónde has venido te lo agradecería- Dije mientras empezaba a alejarme de él.

-Lo que tú digas- Exclamó mientras volvía a arrancar su coche- Hasta la vista imbéciles.

-Espera- Gritó Ian, haciendo que Tobby no llegase a mover el coche de su sitio- A lo mejor él puede ayudarnos, Alex.

-¿Él? Ian, comprendo que no sepas cómo es, ya que o has estado en clase, pero te aseguro que no movería ni un dedo ni aunque antes estuviese muriendo delante suya- Declaré irritado.

-Hablo enserio, Alex. No sé qué le ha podido pasar a Joe, así que necesitamos llegar al hospital de cualquier forma- Dijo Ian serio.

-Chasqué la lengua- Tienes razón, necesitamos ir, así que aunque no me haga ilusión en absoluto decir esto, ¿puedes llevarnos, idiota?- Pregunté desganado dirigiéndome hacia la ventanilla abierta de su Dodge.

-¿Cómo has dicho? A menos que me lo preguntes de una forma correcta, no pienso llevaros ni a la esquina de al lado- Dijo con socarronería.

-Por favor, ¿puedes llevarnos al hospital, querido Tobby?- Pregunté asqueado.

-Así si, anda subíos, pero no penséis que esto se va a volver a repetir. Ya me va a costar bastante el lavado del coche por vuestros repugnantes culos- Dijo mientras Ian y yo nos sentábamos en la parte trasera del coche.

-Sí, sí… Arranca ya, anda, no tenemos todo el día- Dijo Ian impaciente.

Tobby nos llevó hasta el hospital, tras realizar todo el camino en un silencio absoluto.

-Bueno, gracias- Dijo Ian sonriente dirigiéndose al idiota de Tobby.

-Claro… bueno, me voy. Tengo mejores cosas que hacer que hablar con vosotros. Adiós, no ha sido un placer- Dijo Tobby arrancando el coche, para irse esta vez definitivamente.

Nos dirigimos a la entrada del hospital con el corazón en un puño, no teníamos ni idea de qué podía haberle pasado a Joe. Cuando llegamos a recepción la situación se hizo aún más complicada.

Tras el mostrador se encontraba una señora de unos cincuenta años con cara de amargada y una pinta para nada agradable.

Nos acercamos hacia el mostrador sin la menor ilusión e iniciamos nuestra conversación con la señora.

-Hola, buenas tardes. Estamos buscando a Joe Evans, si pudiera decirnos…-Empecé hasta ser interrumpido por la señora.

-¿Familia?- Preguntó desganada.

-No…-Intentó decir Ian.

-Entonces no podéis verlo, largaos- Volvió a interrumpir la señora.

-Lo que quería decir es que él no es hermano suyo, sino primo, aunque yo sí soy su hermano- Improvisé tratando de salvar la situación.

-Pues haber empezado por ahí- Dijo mientras sacaba un archivador y empezaba a pasar las hojas a una velocidad frenética- Habitación 275, ¿cuál es vuestro nombre?

-Alex e Ian Evans- Seguí improvisando- Muchas gracias por su atención.

En cuanto terminamos de hablar con la desagradable señora no dirigimos al ascensor y apretamos el botón de la segunda planta.

Cuando os encontramos delante de la habitación 275 mi corazón iba a mil por hora.

-¿Estás listo?- Pregunté inquieto.

-No, pero tenemos que entrar- Dijo Ian mientras ponía su mano en el pomo de la puerta para empezar a abrirla.

Cuando la puerta se encontró completamente abierta nos encontramos con un señor alto vestido con una bata de médico que nos indicó que podíamos pasar justo antes de dejar la habitación.

Seguimos su instrucción y llegamos a una camilla en la que se encontraba alguien sentado de espaldas a quien no tardé en reconocer.

-Joe, ¿cómo estás?- Exclamé acercándome a él seguido por Ian.

-Bien, pero… ¿quiénes sois vosotros?- Preguntó desorientado mientras se giraba hacia nosotros dejando ver uno de sus brazos escayolado.

Sus palabras rompieron algo dentro de mí. ¿Cómo no podía recordarme? Éramos amigos desde los tres años, y aunque a veces fuera un cabezota y bastante pesado, es mi amigo, no podía hacerme esto.

-Soy Alex, Alex Thomson, ¿no me recuerdas?- Dije mientras notaba como temblaba mi voz.

-Así que Alex. Y tú, ¿quién eres?- Preguntó dirigiéndose ahora a Ian.

-Pues yo… soy Ian y soy quien estaba contigo justo antes de que te cayeses de la moto- Dijo Ian más blanco que una hoja de papel.

-Bueno, pues Ian y Alex, encantado de conoceros- Dijo Joe estrechándonos las manos con su mano libre mientras sonreía.

En ese momento escuchamos el sonido de la puerta abriéndose y unos segundos más tarde, se encontraba el mismo médico al que habíamos visto salir antes, delante nuestra.

La vida del antisocial no es fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora