❛La resiliencia de mi amor❜ 🠔 [KookJin]ܟ

051. [ Brevedad ]

—Sigues esforzándote en verlo, ¿por qué?

De reojo, lo inspeccioné. Posteriormente regresé mi vista al espejo, amarrando los botones con reposo, placidez monótona. Miré las marcas que se mezclaban en la piel de mi abdomen y las repasé con las yemas de mis dedos. Mis últimos días se habían basado en estar parado frente a rankings de aficionados..., y quien sabe, tal vez una que otra pelea callejera. Podía decir, orgullosamente, que mis técnicas de combate seguían intactas. Aunque desarrollarlas seguía siendo un proceso lento y dispuesto a mejorar. Al menos, cualquier cosa sería mejor que las marcas que tenía luego de mis operaciones. Operaciones que variaban desde mi pecho hasta mis muslos. Eran puntos horribles que se sentían tan desagradables como gusanos internos. Así lo podía asimilar, después de todo.

—¿Cuál es el problema en querer conocer un poco de mi antigua vida? —quise saber.

—Una cosa es querer informarte y otra muy distinta es apegarte a un prostituto, Jeon.

Su timbre de voz sonó a berrinche y, efectivamente, después de observarlo en el reflejo del espejo, noté cómo se recogía en sí, sus desnudos muslos encaramándose mientras mordía la almohada con molestia evidente. Rodé los ojos. Grandioso, un niño más que cuidar, a la lista.

—Sólo..., hay algo de él que me atrae. No entiendo qué es —deseé no seguir hablando. Jamás fui muy bueno con las palabras. Pero aún así salió, de imprevisto, sin poder controlarlo—: No entiendo por qué sus putos cachorros no hacen otra cosa que causarme ternura —sabía que mi desesperación era notoria, casi latente. Aún así, Tae esperó por mí y sólo calló—. Y su pareja..., hay algo raro en Namjoon. Simplemente no termino de creerlo por completo. Su cuello ni siquiera está marcado y siempre lo tapa con un collar denotando virginidad. ¿Por qué tiene que ser así? Los alfas puros somos excesivamente posesivos con nuestro territorio y aún así...

No dije más. No había más que decir. Todo estaba dicho y él lo sabía. Su tristeza así lo afrontaba. Y lo lamentaba mucho, pero las cosas nunca hubieran funcionado de otra forma.

—Aún así lo aceptas, ¿verdad? —sonrió con pesimismo— ¿Es tu omega...?