048. [ Ama las mentiras ]

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—Gracias, pequeño —eso fue lo que dije cuando por fin encontramos a JJ, que estaba sangrando y con la mirada perdida. Me aterré, si debo ser honesto. Un padre, una madre; jamás se acostumbraría a ver a su pequeño sol en tal estado. Por muy pequeña que sea la cortadura, por muy ligero que sea el rasguño; dolerá una mierda, ¡lo hará! Egoísta, egocéntrico, pero lo hará. Jaeho se infló, pedante de saberse con la razón—. ¿Amor? Vamos a casa, cielo. Lamento mucho no haber estado ahí para defenderte —traté de tomarlo de la mano, fallando al ver que me empujaba bruscamente. Herido y sorprendido, callé. ¿Qué debería decir? No lo sabía. ¿Qué le podría prometer, que lo cambiaría de escuela, que todos pagarían? No tenía idea de cómo reaccionar. Sólo podría agachar la cabeza, enseñarle que la vida era así y -finalmente- correr en dirección a casa. Eso era todo, ¿no? ¿Las cosas no eran así?



A mí me enseñaron que sí.



—¡No! Quiero a papá Namjoon.



—¿Amor? —susurré confundido, probando por segunda vez.



Y fallé, nuevamente.



—No trates mal a papi —bramó Hiroto, violento. Tiró de mi mano, como molesto de que siguiera intentando hablar con el caso perdido de su hermano.


¡Tú cállate, tonto! No quiero a ninguno de ustedes aquí, ¡no me moveré hasta que venga appa Namjoon! —dictaminó severo, rabioso sólo como un perro en sus malos días. Retrocedí por instinto, empezando a olisquear su débil aura. Estaba más que herido..., se sentía traicionado.



¿P-por qué? 





—¡Porque ellos tienen razón! Dicen que papá es una mala persona, ¡y si no lo fueras no estarías tocando a otro hombre que no es padre! —gritó furioso, indicando algo detrás de mí. Me giré apenas y encontré a Jungkook, que se veía bastante indiferente a todo esto. Fruncí el entrecejo. ¿Todo esto por Jung? Por Dios, irónicamente en contra del hombre que resultaba su padre biológico. Todo por su lealtad al alfa que consideraba propietario de la manada..., una manada falsa, un amor falso— Lo besas y lo abrazas, ¡¿cómo quieres que nadie diga cosas feas de ti!? ¡Yo no te voy a defender siempre! —exclamó, enfadado, irascible, ¡iracundo! Y en ese momento, ese preciso momento, deseé preguntarme qué había hecho mal. Para hacer que llevara esa mirada tan madura e infantil al mismo tiempo. Estaba confundido; él no podía diferenciar entre el bien y el mal. No podía diferenciar lo que podía ser posible..., porque todavía no se desarrollaba como persona. Y aunque quisiera un cambio, ¡debí habérselo explicado con manzanitas! No así, no dándolo a entender así.

❛La resiliencia de mi amor❜ 🠔 [KookJin]ܟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora