050. [ Ni dar la hora ]

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—¿De qué hablas?



Su mirada decayó tan fríamente que me encogí por inconsciencia.



—Me gustaría que no atascaras tu vida amorosa por culpa de los pequeños y mía... —jugué con mis nudillos—. Y Wang ha estado muy nervioso. Sé que está celoso pese a tratar de ocultarlo. Él es muy notorio, ¿sabes? —No mentía. Tal vez fuera una excusa, pero no mentía. Jackson estaba cada vez más jodidamente raro. Él, de por sí, era bastante difícil de tratar, pero esta vez estaba cruzando cualquier límite permitido. A veces se quedaba mirando fijamente a la nada y empezaba a balbucir idioteces. Dudaba que fueran ataques de histeria prematuros. Él estaba realmente molesto con este tema. Estaba odioso de saber que su amigo estaba más cerca de su alfa de lo que él mismo. Pero no decía nada. Y aunque pudiera decirlo, tampoco lo diría. Distintas ocasiones, también, lo vi reservándose lo que sea que fuese a decir. Siempre resultaba de esa forma. Siempre era lo mismo y yo no podía obligarlo simplemente a abrir la boca cuando existía la posibilidad de que me mandase a la reverenda mierda (o peor: me golpease por andar de bicho metido en asuntos que no me concernían).



—Entiendo..., —inhaló tajantemente, pensativo— pero no deberías sentirte así. Jackson ama a nuestros bebés tanto como yo, Jin —y me tomó de las manos dulcemente. Ansioso, asentí. Traté de observarlo también; ¡corresponderle! Pero no pude. Sólo tosí disgustadamente y fingí haberlo entendido. En realidad, nada entendía.



—Quiero —callé de momento— que te enlaces con él, Nammie. Quiero llevar a vivir a mis hijos oficialmente conmigo mientras tú cuidas de tu omega acoplado.




Era difícil. Era difícil que estuviera dejando atrás a las personas que quería por mis propios problemas. Y no es que odiara a mis hijos. Jamás lo haría. Pero de que eran una piedra en el camino, lo eran. Sobre todo a ojos de Jackson. Él ya había hecho demasiado al soportarme detrás de Namjoon; era momento de que las cosas se invirtieran. Hora de dormir y pensar en nuevas opciones. No era como si nuestros caparazones fueran los únicos en el mundo, ¿verdad? Además, no necesariamente deberíamos depender de ellos. Podríamos, los trillizos y yo..., simplemente vivir hasta que fueran lo suficientemente geniales para valerse por sí mismos. Ese era mi deber como padre. Hacerles conocer esta parte buena del mundo: el arreglo definitivo.



—¿Qué estás diciendo?


❛La resiliencia de mi amor❜ 🠔 [KookJin]ܟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora