045. [ Cuando el mar sople ]

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—No, amor, no puedes hacer tal cosa. Pero puedes hacer algo mejor —y le entregué el tulipán; todo en vista del pequeñín llamado Jaeho. Era precioso—, regálale esto y dile que podrás cortejarlo en treinta años más —sonreí divertido y examiné al menor. Tenía rulos cayendo por encima de la capa occipital, denotando brillo y cuidado. Su tez era nívea, repleta de pecas anaranjadas que sobresalían en tersura. Sus orbes eran enormes, destacando por completo con aquel color característico de marrón oscuro. Y su cuerpo era semi-esquelético, como si se presentara -desde joven- su notoria delgadez. Una duda, abarcó entonces, mi mente. ¿Realmente sería su hermano o su primo pequeño? Era lo que más se asemejaba a mi visión de los hechos. Sin embargo, ¿y si no? Y si era.., ¿el hijo de Jungkook? ¿Qué haríamos si era su crío, su cachorro, su heredero, su sucesor? Porque lo parecía. Era como su viva copia. Incluso el olor, por muy débil que fuera, se expulsaba demostrando familiaridad. Esa familiaridad que me acontecía constantemente, entre sueños. Podía aseverar, además, de que la única razón por la que Hiro parecía tan interesado en el chiquitín, ¡era por lo mismo! Su lobo, inconscientemente, le estaba gritando que era su familia. Que ese olor, esa fragancia a caramelo casero, no era otra cosa más que la cercanía que habría entre él y el hombre que ahora estaba frente a él..., su padre.



Hiro hizo un puchero y dio un asentimiento, entregándoselo justo como pedí y consiguiendo que el pequeño muñeco se ruborizara. Jae miró felizmente y, nervioso, volvió corriendo hacia su apoderado.



—¡¿Ah?! ¡Yo igual quiero un tulipán para dárselo a noona! ¡Papi, dame uno! —se quejó Hyun, extendiendo la manito. Sonreí divertido y le entregué el sobrante, el último. Miré mi canasta, desocupada, y sonreí nostálgico. Amaba que las flores se regalaran tan rápido. Amaba ver el mundo repartido en amor— ¡Tome, señorita Jisoo! ¡Le prometo llegar pronto en mi corcel para casarnos y tener muchos cachorros! —golpeó su pecho orgullosísimo y yo palidecí. ¡¿Dónde había escuchado esas palabras?!



—Qué niño tan más..., dulce —la mujer rió divertida y yo, avergonzado, negué tratando de disculparme por el comportamiento previo; con un movimiento nervioso de manos.



—Qué asco —se quejó JJ, que se apoyaba en la pared con disgusto, aburrido de todo lo que lo rodeara. Como siempre.



Inquieto, traté de regresar a mi tema de abertura.



—¿Nos vamos, niños? —tosí, encargándome de dar una reverencia respetuosa en dirección a la menuda señorita.

❛La resiliencia de mi amor❜ 🠔 [KookJin]ܟDonde viven las historias. Descúbrelo ahora