—A-apártate, d-debo abrir la puerta —lo empujé débilmente, siendo recibido por una lasciva mirada que se sobrecogió en sí. Primero persiguió mis tetillas erizadas y gruñó antes de empezar un camino de besos ensalivados, toda mi cutis húmeda. Apretando mi piel y dejando marca permanente. Porque sus besos eran el perfecto infierno. El más exquisito Edén. Acompañando entre silencios los sonidos que cada vez destacaban más, correteando mi vientre y transitando con tranquilidad antes de verme fijamente a los ojos. Avanzando en una carretera que no se detenía y que parecía divertirlo un montón. Sonrojado y muerto de vergüenza, afirmé en negaciones. Verlo arrodillado; con la camiseta entreabierta, con los muslos ciñéndose a sus pantalones; negruzcos, apenas logrando notoria la virilidad -enorme a estas alturas-, que anteriormente se había encargado de hacerme percibir—. No hagas esto —supliqué, tomándolo por los hombros para hacerlo reaccionar.
Porque estaba mal. Estaba mal que me deseara. Yo, yo que además de omega había nacido hombre. Yo, que tomaba la jerarquía de puta social en la escala. Yo, que no tenía más futuro que mantenerme en esta pocilga hasta el final de mis días. Y aún así me estaba haciendo excitar, extasiar hasta puntos inalcanzables. ¿Por qué? ¿No debería buscar su propio placer y dejarme? Debería sólo correrse y marcharse. Y sin embargo estaba ahí, haciendo avergonzar a un chico que ya había pasado por mil camas y del que no parecía afectar su repertorio. Estaba siendo gentil y conspicuo, orientando a la carnalidad erótica. Se podría considerar esta, mi verdadera experiencia satisfactoria. La que más fuera de lugar me habría mantenido en las nubes. Me estaba haciendo conocer un sentimiento que nunca tuve la oportunidad de disfrutar tanto en la vida.
El sexo.
El sexo que vi en mis pares, en mi familia. El que miré en vídeos porno, el que especulé en clases de biología. Y ahora, yo estaba ahí. Observando a la persona que atraía cada célula de mi cuerpo.
Tan desnudo. Frente al chico que me gustaba.
—Te vas a arrepentir, Jungkook, así que-
Y a él no pareció importarle mi suciedad. Sólo lamió la punta de mi entrepierna antes de engullirla. Solté una maldición, abriendo más las piernas y agachando la espalda para poder apreciar sus orbes. Sus negros orbes posados en mí. En mis expresiones, en mi bochornoso rostro de colegial empedernido. Matándome a cada segundo, lamiendo la base y prosiguiendo a lo más profundo de mi carne. El trozo arremetiendo en su garganta.
ESTÁS LEYENDO
❛La resiliencia de mi amor❜ 🠔 [KookJin]ܟ
FanfictionFanfic ganadora del concurso #yoursawards2022 Jeon Jung Kook tiene doce años cuando conoce a Kim Seok Jin, que a su vez cuenta con diecisiete. Las circunstancias en las que se relacionan no son favorables. Jeongguk se encuentra en la penitenciaría...