capitulo veintidós - maratón 4/?

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george se removió intranquilo en el lugar que estaba.

Había pensado que estas chicas, se pasarían la noche viendo películas -en el televisor que extrañamente en su habitación no había- o se pintarían las uñas -en ese sentido se acordó de su amigo- o pues saltando o chillando como solían hacer las chicas ¿no?

Pero se había equivocado.

Las tres chicas, Leah, Camille y Ashley -su otra compañera- estaban en una ronda sentadas en el suelo con una botella al medio.

Iban a comenzar con el maldito juego. Se acordó a la vez que a los trece años, había jugado al tonto juego de la botellita para poder besar a Jenna, la chica más linda de la clase.

Prácticamente se arrepintió luego de comprobar que el beso no había sido tan maravilloso como se lo había imaginado.

Pero este juego no era así.

¿A quién se le ocurre que al girar una botella, una chica tendría que contestar una tonta pregunta?

Sólo a unas chicas, de dieciséis y diecisiete años, es decir a Leah, Camille y Ashley.

- Bien -habló Ashley- A la que le toque, tendrá que responder con la verdad a las preguntas que las otras le hagan ¿entendido? -las chicas asintieron al igual que él- Sin trampas -sonrió para comenzar a girar la botella.

El juego avanzaba a medida que todas preguntaban cosas tan inútiles, como ¿qué harías si...? ¿Alguna vez tú...?, ¿qué sentirías si...?, no había nada concreto y nada interesante, ni si quiera le había tocado a él, nada de preguntas, y nada de información que le pudiera servir.

Comenzó a aburrirse y supo que era hora de intervenir.

- Chicas voy al baño y vuelvo.

- No te demores eh -habló Ashley, él tan sólo asintió para dirigirse al baño. Sacó su celular apresuradamente, y tecleó un mensaje.

“te extraño Leah, ansío verte este fin de semana” 

Suspiró y se fijó en la foto de pantalla. Leah y él. Salió rápido para encontrarse con las chicas, y poder ver si Leah leía su mensaje.

- Llegué -se sentó con ellas- ¿Demoré mucho? -se hizo el inocente, o en este caso... la inocente.

- No -le sonrió Camille- esperamos a Leah, que fue a atender su celular. -Sonrió para sí mismo, el mensaje, había llegado y ahora las cosas se podrían más fáciles.

Observó a su alrededor en silencio mientras pensaba. Esta experiencia, iba a ser única. 

Hacerse pasar por chica, no es una experiencia que sucede todos los días. Se observó a sí mismo, y se dio cuenta de que no era fácil ser chica. Estar preocupada de que tu uniforme no esté arrugado, tener que depilarse... todo. El odioso sostén que atormentaba a los pobres senos de las chicas, era cosa seria.

- Listo -oyó decir a Leah.

- ¿Quién era? -preguntó su mejor amiga.

- george -un resoplido se oyó por toda la habitación, seguido de un extraño silencio Esto era raro.

- ¿Tu novio? -preguntó él.

- Exacto -una mala mueca, pudo observarse- dice que ansia verme este fin de semana -se dirigió a Camille, en un tono burlón, que le molestó y dolió bastante a george.

- ¿No quieres verlo? -logró murmurar él, algo serio.

- No es eso -pensó un poco- ósea sí, no quiero verlo, pero es porque quiero salir simplemente -hizo una sonrisa, que no le causó ninguna gracia a george.

- No seas mentirosa -habló la rubia- lo que sucede Kate, es que a Leah le encantan las fiestas -eso lo tenía claro, desde que la vio en la fiesta con ese chico, pensó george- le encanta bailar divertirse, sin ataduras ¿entiendes? -lo cierto era que no había entendido ningún carajo.

- No mucho -hizo un gesto de extrañeza.

- Bueno, te lo dejo más fácil -soltó una carcajada- Leah no halla la manera de decirle a george que quiere terminar -finalizó.

Miró a Leah, estaba nerviosa, lo sabía porque se mordía los labios continuamente. Analizó la última frase de Camille, y se sintió fatal ¡Su novia quería terminar con él!

- Ah -murmuró luego de unos segundos- ¿no quieres a tu novio?

- Lo quiero, pero... no de la manera que me gustaría, ósea, ¡Dios! no entenderías, mejor dejemos el tema -al parecer le había incomodado el tema, y aunque quisiera seguir preguntando miles de cosas más, debía disimular y tan sólo asentir.

No tan tarde, todas decidieron dormir. george se acostó en la última cama sobrante en esa habitación, teniendo cuidado de que su peluca estuviera bien puesta. No quería cometer algún error. Ya en la madrugada revisó su celular, que había sonado. Un mensaje de Leah.

“Yo igual quiero verte, amor”

Seco, frío, sin amor.

¡Esto era el colmo! Su novia perfecta se había convertido en una persona completamente distinta... o quizás siempre fue así y él no se dio cuenta

Enamorate < George Shelley Y Tu >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora