El tic-tac del reloj, ya estaba molestándolo, sólo eso se oía en la habitación. Recostado en la cama Josh cuthbert, oía el caminar de su amigo, de un lado a otro. Podrían estar en una práctica de basketball en ese momento, pero no, el idiota de su amigo caminaba impaciente de la puerta a la pared, y de la pared al baño.
Hace semanas george estaba igual, impaciente, tonto, desconfiado. Leah Collins lo traía así, esa chica timidona y con una belleza femenina única, lo traía totalmente en otro mundo. Leah para opinión de Josh, era simple, femenina, linda, tímida, una buena chica a primera vista; pero había algo en ella que no le daba buen presentimiento, y aunque la tratara bien, algún día descubriría ese presentimiento.
- ¿¡Podrías parar!? -exclamó Jaosh- me tienes mareado -george se dio vuelta y lo miró- es enserio.
- Tú no entiendes -se sentó en la silla de su escritorio- es tarde, me dijo que me llamaría-fue interrumpido.
- A penas llegara a su casa -suspiró- me lo has repetido creo que con esta 46 veces
- No te burles -gruñó entre dientes
- No me burlo, pero es la verdad -se sentó en la cama y lo miró- esa chica te tiene mal
- Me tiene enamorado -lo apuntó- eso es otra cosa
- Si enamorado -bufó- he visto a parejas y chicos enamorados, y tú precisamente no estás -esta vez lo interrumpió george
- No lo digas -lo calló- no tienes derecho a hablar, ni si quiera tienes novia.
Josh sólo calló, era cierto no tenía novia, pero era porque no quería simplemente atarse a alguien. Y mucho menos, parecer tan idiota como su amigo.
Quedaban pocos días para que acabara el verano, época de fiestas, playa, diversión, en California pero ahí estaba george shelley, preocupado por la chica que supuestamente amaba.
Llevaban casi un año de novios, george había quedado locamente flechado en cuanto la vio en la playa, con su mejor amiga, y desde ese momento no dudo en pedirle su número, y empezar a acercarse a ella, le había costado unos meses conquistarla, para luego dos meses después pedirle noviazgo.
Para george, Leah era su todo, recordaba a cada momento su sonrisa, sus ojos pardos, su largo cabello
¿Leah pensaría en él a cada momento, como lo hacía george?
¿Ella lo amaría con la misma intensidad que supuestamente él la amaba?
Sintió un leve pitido proveniente de su celular, un mensaje al parecer de… Leah
- Es ella -dijo emocionado- es un mensaje -Josh sólo rodó los ojos, mientras George revisaba su celular.
- ¿Qué dice? -preguntó su mejor amigo
- No puedo llamarte ahora, pero ya llegué a mi casa -repitió george- y una carita feliz.
- Que romántica -se burló
- Quizás esté ocupada -la defendió.
Y aunque la defendiera, por su mente también pasaban locas ideas.
Inseguridad...
La quería tanto, que quería pasar cada momento a su lado, no soportaba la idea de que otro chico estuviera con ella, sólo él era dueño de sus besos, sólo él.
Hace días Leah andaba rara, quería pensar que andaba en sus días, o que sólo no estaba de humor para verlo, aunque quizás no fuese así.
<<No seas desconfiado, no seas inseguro, no tengas celos>> se decía así mismo <<la perderás>>
Eso era lo que menos quería, perderla.