capitulo quince

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Nunca antes había tenido aquella sensación. Nunca antes había querido estrangular a alguien de tal forma. Nunca antes había sentido esa desesperación, y es que nunca antes se había enamorado.

¿Enamorado?

¿Enamorarse es aquella sensación que te da cuando no te quieres alejar de la persona que quieres, cierto?

Por que eso era lo que sentía cuando estaba con Leah, no quería alejarse de ella, no quería soltarla, simplemente quería tenerla junto a él, para siempre. Leah era su todo, ella era perfecta para él, ella lo había conquistado y engatusado de tal manera que había logrado que él dejara de ser un idiota, un tonto, ella era ¿su primer amor? No estaba seguro de lo último, pero lo averiguaría de todas maneras. 

(…)

- Hola -sin temor alguno se acercó a las dos chicas. 

Aquella chica castaña, le había llamado la atención desde hace un buen rato, estaban sentadas en la playa y conversaban animadamente. La sonrisa de esa mujer lo tenía loco, nunca antes había tenido problemas con ligar con chicas y esta vez no sería la excepción

- Hey -su rubia amiga lo saludó.

- ¿Cómo están? -dijo animadamente sentándose con ellas, como si las conociera de toda la vida.

- Bien, gracias -por fin habló la castaña y george se quedó mirándola fijamente, eran los ojos más hermosos que había visto en toda su vida.

- ¿Cómo te llamas?

- george, y tú preciosa ¿cómo te llamas? -las mejillas de la chica se enrojecieron y para él fue el gesto más tierno que había podido ver en una chica.

- Me llamo Leah... Leah Collins -hasta el nombre era bonito, había pensado george.

- Yo soy Camille -habló su amiga rubia, pero ninguno la tomó mucho en cuenta, los dos estaban mirándose fijamente, perdidos en quizás qué mundo. 

(…)

Recordó la primera vez, que la vio, en esa playa. Se había sentido tan seguro al acercarse, no tenía ningún temor, se había asegurado a sí mismo conocer a aquella castaña. Pero al pasar el tiempo, se dio cuenta de que estaba enamorado según él, y la inseguridad junto al temor, habían aparecido por primera vez en su vida.

(…)

- Me tiene enamorado -lo apuntó- eso es otra cosa.

- Si enamorado -bufó- he visto a parejas y chicos enamorados, y tú precisamente no estás… -esta vez lo interrumpió george.

- No lo digas -lo calló.

(…)

Patrañas, y más patrañas, él quería a Leah, él estaba enamorado de Leah, y averiguaría hasta el último secreto que le escondía su novia.

- Eh Katy -y como si volviese de un sopetón al presente, vio a la morena frente a él, estaban en la entrada del edificio donde estaba su habitación- mejor entra, a esta hora salen, las murciélago -quedó algo confundido.

- ¿Las murciélago? -ella asintió, y vio como se llevaba un cigarrillo a la boca, ¿no estaba prohibido fumar en ese lugar?

- Sí, son las vigilantes, de traje negro, molestosas, van de un lado a otro y una vez que te ven, no dejan de perseguirte -botó el humo por sus labios- mejor entra, eres nueva, no quisieras tener, un castigo en tu primera semana ¿cierto? -lo miró fijamente, y una tenue luz se asomó por su rostro, era la luna.

Con ayuda de ella pudo fijarse y pudo saber que los ojos de aquella morena, eran grises. Un gris extraño, un gris claro, que a la luz de la luna en conjunto con el humo que expiraba de su boca, la hacía ver de una manera sexy y a la vez hermosa.

- Claro que no -logró decir, quiso seguir caminando pero se dio cuenta de algo- ¿tú no entras?

- No te preocupes por mí, guarra -botó otra vez humo por la boca- salva tu pellejo, que del mío yo me preocupo -sonrió para luego desaparecer a la luz de la luna.

- Gracias –susurró.

La vio caminar, y él hizo lo mismo.

¿A dónde iría?

Enamorate < George Shelley Y Tu >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora