capitulo cincuenta y cuatro

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Tomó un baño tranquilo, para tratar de relajarse, pero aun sentía una incertidumbre en su pecho que no la dejaba en paz. Se vistió normal, un jeans, sus botines, una polera simple y su chaleco de lana favorito, mató el tiempo de ocio haciendo cualquier cosa, hasta que sintió la voz de su madre que la llamaba.

- ¡________!, la cena está lista -la morena suspiró.

Agarró su celular y marcó el número de Josh, mientras bajaba las escaleras. Llegó a la cocina y se sentó en la mesa, su padre estaba frente a ella, y su madre en la esquina de la mesa. Sonaron varios pitidos antes, que el ruloso contestara.

- ¿Hola? -la voz ronca de Josh, la hizo suponer que había estado durmiendo.

- Josh, soy ________ -suspiró levemente y miró al frente, se encontró con la penetrante mirada de su padre que oía atentamente lo que hablaba ella.

- ¿______?, que sorpresa, ¿sucede algo? -habló el ruloso.

- Te quería decir dos cosas, primero que todo -sonrió de medio lado- ¿me das el número y la dirección de George? -rió un poco- y bueno lo otro ¿No ha ido él a tu casa?

- No _________ -susurró extrañado- ¿debería haber venido?

- No, ósea es que no sé -hizo una pausa- se enteró de 

algo hoy -obvió el tema de Leah frente a su padre- referido a bueno… tú sabes -esperó que él entendiera, no podía hablar claro teniendo a dos pares de oídos escuchándola- estoy algo preocupada, trataré de llamarlo más tarde, e iré a su casa, pero si llega a hablarte, ¿me dices cómo está?

- Si no te preocupes -murmuró él- ¿debo preocuparme del estado de mi amigo?

- No lo sé -suspiró- esperemos que no, pero bueno ¿me mandas lo que te pedí por mensaje?

- Sí, no te preocupes, te mando el número y la dirección en unos momentos.

- Bien, gracias adiós.

- Adiós -cortó el celular y se encontró con la mirada de su madre también.

- ¿Quién es George? -dijo Kristinne.

- Un amigo -murmuró y se dispuso a comer lo que su madre había preparado. ¿Hace cuánto no comía en la mesa?

Sin malinterpretar claro, ella solía comer en su habitación o en la de su madre. Cuando estaban enojadas o no tenían buena relación -como en el último año- ella comía sola. Pero ahora estaba su padre, y cenar en la mesa, sería una buena ¿bienvenida?

- ¿Vas a salir? -la voz ronca de su padre, la sorprendió levemente.

- Sí -respondió simple- ¿algún problema? -levantó la cabeza y lo enfrentó. No podía evitar sentir algo de emoción al ver el rostro de su padre, ¡Hace tanto no lo veía! le había hecho falta tanto, pero tanto.

Odiaba el sentimiento en el pecho que sentía aquel momento, quería correr a los brazos de su fuerte padre y abrazarlo con todas las ganas que tenía guardadas. Recordaba todo lo que había vivido en su infancia y sentía ganas de llorar. Para ella Andrew era un héroe con su traje de militar y con sus armas, era su héroe el que la protegería de los malos hombres -como solía decir de pequeña- el que la consolara ante alguna pena, pero él no había estado, y lo tenía bien merecido.

El dolor que había sentido al escuchar tales palabras de una de las personas que más admiraba y amaba, era la peor sensación del mundo, se había sentido fatal y luego de unos meses, había prometido que nadie más le volvería a gritar, nunca más.

Había aprendido la lección, no se quedaría callada nunca más, y por esto había tomado un carácter fuerte y directo. Nadie la sobrepasaría y nadie le haría sentir el mismo dolor que había causado el hombre que tenía frente a ella.

Esto había aumentado al saber que su ex mejor amiga estaba en el mismo instituto que había sido inscrita y había jurado vengarse de la maldita castaña. Por esto las constantes peleas de ella y Leah, ¡Quería golpearla!, todas las veces que fuese necesario. Quería liberar todo su dolor en ella, aunque también había veces que quería olvidarse de todo y salía todas las noches a fiestas, a veces no aguantaba los recuerdos, y se escapaba del instituto y justo después de esto, comenzaron los problemas con su madre, sus quejas sus conversaciones, ¡Odiaba todo aquello!, quería vivir y ser libre, quería escaparse de todo...

- Si hay problema _________ -la mirada de él la increpó- es muy tarde, es sábado deberías descansar, y no salir -tomó un poco de bebida con calma, y esto la molestó mucho.

- ¿Descansar?, ¿no salir? -carcajeó algo graciosa- si estás loco eh, primero que todo como tú lo has dicho es sábado, siempre salgo los sábados, no descanso y si salgo ¿entiendes? -la molestia era notable en su voz. Después de que la había tratado como había querido, ahora la venía a dar órdenes ¿Quién se creía?

- Claro que entiendo -murmuró con cierta molestia también- Pero yo estoy aquí hija, y las cosas se harán a mi manera -quiso contestarle enseguida, pero él siguió hablando- Yo digo que no saldrás y no la harás ¿está vez tú has entendido? -remarcó el pronombre personal.

- Oh no -dijo ella y se paró de la mesa- no he entendido, y como no lo he hecho, me voy -se dio media vuelta, con la intención de salir lo más antes posible.

- ¡_______!, ¡Vuelve niña! -exclamó él.

- ¡No Teniente Graham! -se dio media vuelta- ya no cumplo sus órdenes -lo miró por un segundo y salió de ahí con una furia inmensa.

Tratando de tranquilizarse, se colocó un polerón simple, sacó su teléfono y salió de la casa, sin tomar en cuenta los gritos de su padre.

No le importaba la hora, iría a la casa de George y lo consolaría desde ahí, lo esperaría si fuese necesario, pero no volvería a su casa.

George no le contestaba el celular, y estaba preocupada. No le había costado mucho llegar a la casa de George, por lo que no dudó en tocar el timbre, aunque estuviera quizás muerta de vergüenza.

- ¿Si? -una mujer de pelo negro, la miró con una sonrisa en la cara.

- Hola señora -sonó amable- disculpe la hora, pero ¿aquí vive George Shelley?

- Sí, aquí vive -una mueca de confusión apareció en el rostro de Clare- ¿lo buscas? -ella asintió- oh querida lo siento, George no ha llegado en toda la tarde -________ quedó de piedra, era algo tarde, y George aun no llegaba a casa. Un miedo la recorrió al penar que George hubiese cometido alguna locura- ¿quieres pasar a esperarlo?

- Oh no, no-negó -lo espero acá afuera -se encogió de hombros con una sonrisa- no se preocupe debe estar por llegar.

- Bueno -la mujer la miró raro- si quieres un café o pasar la puerta estará abierta ¿sí?

- Muchas gracias -la mujer desapareció por la casa y ella suspiró.

- ¿Dónde estarás, cariño? -susurró bajo y se sentó frente a la casa de George...

Enamorate < George Shelley Y Tu >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora