Al llegar a la habitación, vio sólo a Josh, pero estaba sin peluca, ¿qué hacía él sin el montón de pelo sobre su cabeza?, ¡Podrían descubrirlos!
- ¿Y tú peluca, hombre? -se aseguró que la puerta estuviera con llave.
- Por ahí anda.
¿Por qué Josh estaba tan tranquilo?
- ¿Qué te pasa? -caminó hasta su cama y se sentó quitándose también la molesta peluca
- Es... esa chica -un suspiro se oyó.
- ¿Camille?
- Ah, que -Josh lo miró raro y george sólo se encogió de hombros- no, no Nayla, esa morena.
- ¿Qué te hizo? -sintió tanto alivio, al sacarse esos molestos zapatos y las insoportables calcetas.
- Le pedí una tarea, ayer y me mando a freír monos, quise ayudarla en otra ocasión y me insultó, además se atrevió a decir que mis uñas estaban mal pintadas -levantó una mano, mostrando sus uñas- me pasé dos horas, pintándome las malditas uñas para que una chica, me venga a decir que… -lo interrumpió.
- ¡Vaya!, muchas chicas te han hecho mal, hombre -comenzó a reírse de la expresión de su amigo.
- Eso ríete, ríete, pero por lo menos no tengo una novia que… -lo paró nuevamente.
- Ya, ya no me nombres a Leah -recostó su cabeza en la suave almohada, mientras llevaba sus manos a la cabeza.
- ¿Qué ha pasado?
- Oí una conversación de ella, hace un rato, no sé con quién, “¿cómo lo van a saber?, ¿tienes un problema a la mente o qué?, nadie creería eso de mí, soy perfecta para ellos, creo, no te preocupes todas saben que tengo novio, nada podría salir mal, te quiero” -imitó lo que escuchó- no tengo ni idea a que se refería, pero la condenada conversación, me tiene mal.
- Por fin tenemos algo, ya me estaba retractando y pensando que Leah era realmente buena -resopló.
- No sé qué hacer.
- Yo sí -george inmediatamente se paró y lo miró, esperando a que continuara- este fin de semana, salimos de aquí, ¿cierto? -el rubio asintió- bueno sal con ella, pregúntale cosas, del instituto, no sé cosas que sepas, si te miente, pues ya sabes -se encogió de hombros- si no, bueno no importa, y el lunes empezaría el plan ADL.
- ¿ADL?
- Amiga De Leah, tienes que empezar a acercártele, sé su amiga, júntate con ella, así sabes sus secretos, siendo su más intima amiga, sabrás si te quiere o no, y lo más importante, sabrás si te engaña o no.
Vaya, por lo menos su amigo pensaba.
El plan era bastante bueno, estar más cerca de ella, era lo que necesitaba. Ya la idea de que Leah no le escondía nada, se había esfumado claramente.
george conocía la parte amorosa de Leah, conocía su vida de pareja, pero no conocía a Leah como amiga, como compañera o simplemente como confidente. También conocía a sus padres, unos señores de buena vida y elegantes, conocía su casa, y su habitación, y ahora era hora de conocer... sus secretos.
Miró hacia un lado, su amigo roncaba como los mil demonios, y no lo estaba dejando dormir, apartó su vista de él, para fijarse en Nay que también dormía muy cómoda, rió en su interior al recordar la mirada de furia que le lanzó la morena a su amigo al entrar a la habitación y pues éste también se la había devuelto, pero ¡Pelearse por unas uñas!, esto si era el colmo.
Jugueteó con su celular entre sus manos, luego de unos minutos tecleó un mensaje para su novia, rogaba para que estuviera despierta y le contestara.
“¿Mañana estás libre?, eso creí oírte, ¿podemos vernos? te extraño amor”.
Para matar el tiempo, en el que esperaría su respuesta, comenzó a ver fotos de él y de ella, tenían varias juntos. En la playa, en Disneyland, en el parque, en su casa, en un muelle, y en algunos lugares románticos, a la que había aprendido a llevarla. Porque sí había aprendido a ser romántico, a ser detallista, amoroso y buen novio. Le encantaba la sonrisa de su novia al ver que le entregaba una simple flor, o le decía un lindo cumplido y se sorprendía de sí mismo lo cursi que podía ser. Eso no sucedía antes, nunca había sido cariñoso ni nada por el estilo, veía a las chicas como pasatiempos, y más de alguna vez apostó por acostarse con alguna, tonterías de adolescentes, y aunque aún lo era, había cambiado y para bien ¿o no? Un nuevo mensaje había llegado.
“Iba a pasar tiempo con mis padres, pero te extraño mucho, ¿ven a buscarme al mediodía?”
Por lo menos lo extrañaba, se dijo.
Mañana tendría que despertarse temprano, saldría vestida de chica -sin el horroroso uniforme- se metería a un baño fuera del instituto y se cambiaría por la ropa de hombre por lo menos tenía el auto en el estacionamiento y ese no sería un gran problema. Contestó un suave “ok”, guardó su celular y se durmió con la última imagen de la cama vacía de la morena.