capitulo cincuenta y cinco

436 14 0
                                    

Miró el punto brillante en el suelo y creyó que se quedaría ciego, la luna a esa hora hacía su máxima presencia, e iluminaba toda la ciudad. La observó fijamente durante unos segundos, y deseo que esta le hablara y le diera algún consejo.

Suspiró y se sentó sobre el parabrisas de su auto, abrió su sopa instantánea y empezó a comer, aunque no tenía mucho apetito, sólo quería distraer sus manos, para que su mente y las confusiones de su cabeza no lo atormentaran más.

- Mierda -susurró en cuanto sintió el ardor en su lengua. Se había quemado y tuvo que beber un poco de bebida. Miró hacia al frente y vio a algunas jóvenes parejas caminando por la playa a esa hora de la noche.

(***)

- ¿Quién soy? -sintió que le taparon los ojos y sonrió al escuchar su voz.

- Eres una chica linda -puso sus manos sobre las de ella.

- Te has ganado un premio -Leah apareció frente a él y le sonrió como le encantaba- ¿caminamos por la playa?

- Si tú quieres -se encogió de hombros- pensé que no vendrías.

- Eres tú George, obvio vendría -entrelazaron sus manos sin darse cuenta, y él se emocionó ¡Le encantaba esa chica! hoy sería un gran día. Comenzaron a caminar por la playa, el cielo comenzaba a atardecer y aunque sonara muy cursi, la puesta de sol era un buen momento para pedirle que sea su novia.

- Debo decirte algo -sólo un poco de nervios aparecieron en su interior, pero nada que no pudiera controlar ¿cierto?

- Dime -pararon su caminar, George se paró frente a ella, tomó sus finas manos lentamente y en un gesto tierno las besó.

- Yo -suspiró- ¿eres genial sabes? -ella rió levemente- eres linda, eres maravillosa, me haces reír, me gustas -dijo finalmente, esperando que ella dijera algo.

- Oh -ella bajo la cabeza ¿avergonzada?- eres tierno George, pero yo... digo tú, tú también me gustas -él ni si quiera había notado la duda en su voz, solamente las palabras 'me gustas' habían bastado para que su corazón latiera fuertemente.

- Eres una copiona eh -sonrió- Leah Collins -suspiró- me he dado cuenta que me encanta estar contigo, y que no quiero alejarme de ti ni un segundo, y la única manera de tenerte junto a mí y que yo esté seguro que serás mía, es que tu aceptes ser mi chica, sonará muy egoísta, pero sólo te quiero para mí -miró sus ojos profundamente y con la mayor sinceridad preguntó- ¿Quieres ser mi novia?

(***)

- Patético -susurró él y tiró el bote de su sopa lejos- mil veces patético.

Había caído tan bajo sinceramente. Ahora que analizaba su situación, más calmado -en lo que podía- se daba cuenta de lo tonto que había sido. Hasta el más idiota de los idiotas, se hubiera dado cuenta, de las actitudes extrañas de su... de Leah. Sus dudas, cuando ella no quería verlo, la conversación que había escuchado en el instituto, el chico extraño ¡Todo!

Pero él había estado obsesionado y es ahora cuando las palabras de Josh aparecían en su mente.

(***)

- Tú estás obsesionado George

- No, Josh, estoy enamorado.

(***)

¿Qué? ¿Amor?
¿Qué era eso?
¿Qué era estar enamorado?

La única respuesta que obtenía, era que estar enamorado era un estado en donde la persona se enceguecía y cometía las tonteras más grandes al punto de llegar a ser patético.
Si eso no era estar enamorado, entonces no sabía la respuesta exacta.
La inseguridad y la obsesión de George, lo había llevado a cometer una locura muy grande, creía estar enamorado, pero más bien era una obsesión, la que tenía por su Leah, para él, ella era hermosa sorprendente, tranquila, carismática, la perfección.

Pero resultó ser que nada de aquello era cierto. Leah no era tranquila, no era perfecta. ¡Leah era una mentirosa!

Lo que más le dolía era que, había creído por primera vez que una chica lo había atrapado totalmente. Nunca había creído sentir aquello por otra chica, y se sentía tan feliz por eso, pero ahora se daba cuenta que todo había sido una farsa, y al final de todo ¡Nada era cierto!, ¡No había sentido Nada!, y todo el año que había estado con ella ¡Se había ido al mismo infierno!

Tiró la bebida en un bote de basura, y se subió a su auto. Encendió la radio y pudo fijarse en la hora. ¡Las doce de la noche!

Había estado horas vagando por la playa, por las calles, en el auto, sin hacer nada, sin moverse, sólo observando sin mirar nada. ¡Gran ironía!

Tenía unas ganas de golpear a alguien, ¡La furia lo mataba!, quería tomar a alguien y golpearlo hasta quedarse sin fuerzas, quería liberar su enojo simplemente.

Condujo hasta su casa, era tarde, y quería descansar, aunque sea unas horas, el domingo tendría que hacer el papeleo para quitar y matar a Marie Johnson y a Kate Benson. Tendría que hacerlo con cuidado, y pedir la ayuda de su primo ¡Joder! jj hamblett tenía 22 años y vivía en california también, tendría que decirle que venía de parte de Marie y él iría de parte de Kate, y los quitaría a ambos del instituto. Sólo pedía no tener problemas.

Estacionó su auto, frente a su casa y bajo de él con el peso de los pies siguiéndolo.

Caminó unos pasos y miró la puerta de su casa con el ceño fruncido. Un cuerpo frágil se situaba apoyado en el umbral de su puerta. Se acercó lentamente y se fijó bien ¿Qué hacía _________ en su casa?

Una sonrisa de medio lado apareció en su rostro, al saber que quizás ella estaría preocupada por él. Ella era sincera y directa, era por eso que le gustaba... sólo eso. Pero él no quería preocupación, no quería lastima ni un te lo dije, él sólo quería olvidar la aventura más loca y más patética de su corta vida.

Tomó en brazos a _________ y ella ni se inmutó, entró a la casa y buscó a su madre en la cocina.

- Mamá -susurró. Su madre que estaba con una bata se dio media vuelta y le sonrió.

- Hola cariño, ¿dónde estabas? –preguntó.

- Por ahí -suspiró- ¿hace cuánto está afuera? -con su cara apuntó el cuerpo de la morena en sus brazos.
- Hace como tres horas o cuatro -se encogió de hombros- le dije que entrara, pero no quiso, pensé que se había ido -se acercó lentamente y tocó la mejilla de la morena- debe tener frío, si quieres déjala dormir aquí.

- Sí -susurró- eso haré.

- ¿Quién es ella? -preguntó su madre.

- Ella es -¿cómo definirla en una palabra?- la persona más confiable y realista que pueda haber conocido, y me gusta -suspiró y sin esperar reclamos o preguntas de su madre, subió por las escaleras para llegar a su habitación.

La recostó en su cama, teniendo sumo cuidado, y la observó por unos segundos. Tenía cierto resentimiento, ella podía haberle dicho todo lo que buscaba hace semanas, pero no lo había hecho y luego escucharía sus explicaciones.

Su ropa estaba helada y comenzó a quitársela de a poco. No pudo evitar mirar su tanga negra, ¿Esa chica siempre usaba ese tipo de ropa interior?
Siguió quitando su ropa y la acostó bajo las sabanas de su cama.
Se quitó su camisa, y sus zapatillas y sus pantalones y se acostó a un lado de ella. En un gesto inocente besó su frente y ella sonrió.

- Geogre.... -susurró y él se acercó más a ella.

- Hola -susurró también.

- Oh George -ella abrió los ojos y lo abrazó fuertemente casi asfixiándolo. George cerró los ojos esta vez y aceptó ese abrazo, como el gesto más conmovedor que había recibido en su vida. Aspiró su aroma y luego de unos segundos besó su cuello- ¿estás bien? -preguntó ella, al separarse por el estremecimiento que había sentido en su cuello.

- No sé cómo estoy -abrió los ojos y la miró de frente- pero sólo sé que debo seguir adelante.

- Así es -ella se subió a horcajadas sobre él y agarró su cabeza para que le tomara atención- tengo que hablar contigo, tengo que decirte toda la verdad, tengo que decirte porque odio a Leah, y decirte porque no quise hablarte de la verdad antes, pero -suspiró- ahora no.

- ¿No? -murmuró el moreno.

- No -atacó su cuello con besos pequeños- tú necesitas esta noche olvidarte de todo, olvidarte del mundo, los problemas vendrán mañana o pasado pero esta noche será nuestra-ella le sonrió y él se imaginó lo que venía- yo también lo necesito George, lo necesito tanto así que no me rechaces -sus besos comenzaban a descender y el cuerpo de George comenzaba a reaccionar.

- ¿Qué propones preciosa? -atrapó su cintura fuertemente, haciendo presión sobre su erección.

- Tú sabes -rió bajo- algunos le dicen, ir a otro mundo.

¿Y qué si quería olvidarse de todo? ¿Qué si quería hundirse en ella?
La morena, lo volvía loco, su cuerpo sus palabras, sus besos todo. Por lo menos por esa noche, olvidaría que alguna vez estuvo con Leah.

No importaba si su madre podría oírlos, no importaba el tiempo, sólo la caricias que repartía sobre el precioso cuerpo de ella. Sus besos iban desde el cuello hasta el valle de sus senos, y luego de estos, hasta más abajo. Quitando la molestosa ropa interior, ambos quedaron desnudos, se miraron a los ojos y volvieron a su labor favorita... besarse.
Tomando precaución, ella se montó sobre él con fiereza, con pasión y con una mirada caliente.

- Esta vez, yo tomo el control -susurró. Él sonrió y la atrapó fuertemente por las caderas.

- ¿Si? -murmuró con la voz ronca, llena de excitación.

- Sí -rió y levantó sus caderas un poco y bajó lentamente, sintiendo como el miembro de George, la llenaba lentamente- sí -susurró. El gimió tomándola más fuerte por las caderas.

Aquella noche olvidó todo, aunque sea por unas horas.

Pero ¿Qué sucedería mañana?

¿Qué vendría después?

Enamorate < George Shelley Y Tu >Donde viven las historias. Descúbrelo ahora