Kim Seokjin
No te diste cuenta de nada, todo había fluido de una manera tan natural y sutil que te había sido imposible verlo venir.
Habías estado tan cegada por Jungkook que no habías tenido en cuenta a nadie más. Mientras el bebé ingeniero te ignoraba completamente, tú siempre podías contar con Jin.
Nunca habías conocido a nadie que te hiciera reír tanto y aquello era un gran plus.
Una tarde en que tan solo estabais hablando y contando chistes en el salón, después de lograr controlar un ataque de tos provocado por atragantamiento con tu propia saliva tras un penoso chascarrillo suyo, simplemente dejaste brotar las palabras sin pensar.-Si no te apetece cocinar podríamos salir a cenar tú y yo solos.
Tardó en reaccionar, parecía calibrar si era otra de tus bromas, pero pronto comprendió que hablabas en serio.
-Me encantaría. Deberíamos ir ahora mismo.
Min Yoongi
-Deja de hacer eso, Yoongi.
-¿Perdón?
No debiste decirlo en alto, pero hacía tiempo que no llevabas bien sus acercamientos. Sabías que no tenía segundas intenciones, él estaba al corriente de que te gustaba Jimin, o eso pensabas. El problema era que, cuanto mejor le conocías, menos interesante te parecía, era demasiado bueno y no encontrarle ningún defecto te ponía de los nervios, no precisamente en el buen sentido, por lo que tu atención se había centrado mucho más en Yoongi.
-¿Qué pasa? Llevas rara una temporada. Oh, ¿estás incómoda? ¿Te gusta alguien? Habérmelo dicho.
Te hubiera gustado decirle que era él, pero no creías que fuera un buen momento, quizá más adelante.
Jung Hoseok
Lo sentiste en el momento exacto en que ocurrió. Hasta entonces ni se te habría pasado por la cabeza colgarte de Hoseok, era todo lo contrario a tu prototipo. Se suponía que a ti te gustaban las personas frías, reservadas, las que constituían un reto, las difíciles, las almas torturadas. En definitiva, eras fiel a tu bias, Yoongi.
Hobi siempre te había encantado, pero como amigo. Te divertías tantísimo a su lado que le habías relegado a la friendzone inmediatamente.
Eso, claro está, hasta que yendo juntos por la calle unos desconocidos empezaron a silbarte y a dirigirte comentarios sexualmente denigrantes, provocando que se pusiera serio y se enfadara de verdad, un lado suyo que no habías visto nunca antes.