Pedido: Puede ser que tn estaba caminando x el parque con x mienbro y encuentra a su bias con otra chica besándose y escuchando cosas feas de ella como Q estaba gorda y n comía a causa de esos comentarios, su bias se entero Q estaba embarazada pero perdió a su hijo x falta de nutrientes
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Tras muchos vanos intentos por parte de algunos de los chicos, había claudicado y aceptado salir a dar un paseo por un parque cercano a su apartamento. Era otoño y ya era obligado el uso de ropa de abrigo mientras las mejillas se congelaban, descubiertas, sin el resguardo de la bufanda. La idea era cruzar el parque y tomar un café caliente con algún dulce en una pastelería a la que hacía mucho que no acudía, pero que siempre le había gustado.
El paseo transcurría con normalidad, trataba de prestar atención a las bromas y risas de los amigos de su pareja, pero algo le decía que debía mantenerse alerta, había algo allí que debía ver. Cada pocos pasos hacía un barrido de su alrededor y esto continuó como un ritual hasta que llegaron un poco más allá de la mitad del parque.
-Disculpadme un momento.-Murmuró, ganándose una mirada extrañada de sus acompañantes.
Le había parecido verle con otra mujer, aunque esperaba equivocarse o que fuera un encuentro inocente con alguna amiga, compañera o familiar, no le gustaba ponerse en lo peor, y menos cuando estaba tan cerca de darle la gran noticia. Había guardado el secreto durante unas pocas semanas para asegurarse de que no era un error y que todo avanzaba convenientemente. Desconocía cómo se tomaría él la idea de dar un paso más.
No era una persona cotilla. Jamás había husmeado en sus cosas ni intervenido en sus asuntos, ni preguntado más de la cuenta, se contentaba con todo lo que quisiera contar, confiaba en él y quería seguir haciéndolo, pero aquello le resquemaba, sabía reconocer sus gestos y su mirada era muy similar a la que recordaba en sus primeras citas, hacía ya años. ¿Era posible que le estuviera perdiendo justo ahora?
Tratando de no hacer ruido y de, medianamente, camuflarse con su ropa de tonos tierra entre los troncos de los árboles que mudaban sus hojas, se aproximó al banco en que ambos hablaban y reían. Permaneció oculta, expectante. No prestaba atención a lo que decían, pero escuchó su nombre y se le encogió el corazón.
-[...] pero ya no estamos juntos. Llevaba rara un tiempo y de todos modos no era lo mismo, me habría dejado ella si yo no hubiera dado el paso antes. Además no sé qué problema tenía últimamente, pero se estaba poniendo como una vaca, todo el atractivo que tenía simplemente se esfumó, ¿cómo iba a quedarme y encadenarme a alguien así? Creo que merezco algo mejor.
La acompañante sonreía mientras él despotricaba sobre ella, ambos ignorantes de la presencia furtiva que les acechaba por la espalda. La chica dejó escuchar su irritante y estridente voz de pito, casi forzándola a taparse los oídos para no soportar más aquella tortura, para decirle, junto con un vergonzoso "oppa", que ella le trataría mejor. Casi no puede contener una risotada, pero lo que vio a continuación le desdibujó toda sorna del rostro. Él la besó. Así, sin más, y en un lugar público del barrio donde todo el mundo les conocía, para hacerlo aún más humillante.
Dio media vuelta, regresando al encuentro de los chicos, que preguntaron preocupados al percatarse de su expresión adusta. Ella solo señaló en dirección al banco donde aún seguían pegados y acaramelados y continuó su camino, sola, a una casa que ya no era un hogar.
Ocupó la tarde en sacar todos los objetos personales de su recién descubierto ex novio, dejarlos en el descansillo y cambiar el código de seguridad de la puerta. Tras esto se encerró en el dormitorio con una caja de pastillas para inducir el sueño y allí permaneció, al parecer, durante días. Cuando volvió en sí, lo hizo en la camilla de un hospital, y un dolor horrible la recorrió de pies a cabeza. Comenzó a chillar como si la agonía fuera insoportable, y realmente lo era, la habían vaciado por completo, podía notar la ausencia; se llevó las manos a la barriga con desesperación, revolviéndose y llamando a gritos a cualquiera que pudiera escuchar. No pensaba con claridad cuando dejó de comer, cuando dejó de moverse de la cama, aquellas palabras se le habían quedado marcadas a fuego y solo sentía asco hacia sí misma, se odiaba. Ahora no tenía ni a uno ni a otro.
