Larga y subida de tono para compensar las largas esperas :(
Kim Seokjin
Era sábado por la noche y yo me arreglaba para salir de fiesta por la ciudad. Quería sentirme seductora aquella noche para ver si había suerte y conseguía ligar, algo que nunca me era fácil conseguir. Me fui a uno de los bares más concurridos de la ciudad y, de repente, le vi. Era el chico con el que coincidía todas las mañanas en el gimnasio y al que nunca tuve el valor de hablar. Pero aquella era mi noche y, tras pedirme una cerveza, fui a saludarle. Enseguida me reconoció como su compañera de máquinas. Comenzamos a hablar y sentía cómo mis pulsaciones se aceleraban y el calor se apoderaba de mi cuerpo. Decidí quitarme la chaqueta y dejar a la vista mi blusa escotada que, junto a la falda de tubo, realzaba mucho mi figura.
Seguí hablando con él y pronto empecé a notar que me miraba de manera diferente y se acercaba poco a poco a mí hasta que nuestros labios quedaron a centímetros. Sin pensarlo dos veces le besé y él me devolvió el beso. Cerré los ojos para disfrutar más de su boca hasta que sus labios subieron a mi oído y me susurraron.
-Vámonos a un sitio más íntimo donde estar solos.
No me lo pensé dos veces, así que nos fuimos del bar y buscamos un love hotel. Me sirvió una copa del minibar y nos acomodamos en el sofá. Nos dejamos llevar y nuestros labios volvieron a juntarse mientras nos acurrucábamos. Sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo lentamente mientras me hablaba suavemente al oído. Mis manos desabotonaron su camisa mientras su boca empezaba a recorrer mi cuello haciendo que todo mi organismo se estremeciera. Pronto le quité la camisa del todo y me tumbé sobre él en el sofá, fundiéndonos en otro apasionado beso. Poco a poco fui bajando por su clavícula, su pecho, su abdomen, hasta que llegué a su pantalón. Lentamente se lo desabroché y le desvestí totalmente para empezar a acariciar su pene ya erecto con las yemas de mis dedos. Mis labios pronto se sumaron a la fiesta. Notaba cómo se turbaba. Disfrutaba con mis labios. Gemía. Simplemente se dejaba llevar al máximo por aquel delicioso momento que le estaba regalando.
Cuando me alejé, dando a entender que era suficiente, sus manos comenzaron a deshacerse de mi blusa y el sujetador para perderse entre mis pechos. Me cogió en brazos y me llevó hasta la cama donde me dejó caer con delicadeza para quitarme la falda después. Sus dedos comenzaron a jugar con mi clítoris haciendo que mi cuerpo temblara. Yo intentaba ahogar todo ruido proveniente de mi garganta y trataba de mantenerme cuerda mientras me aferraba a su pelo. No tardó en sorprenderme el primer orgasmo de la noche. Subió hasta mis labios recorriendo cada centímetro de mi piel para, sin previo aviso, hundirse en mí hasta el fondo, haciéndome soltar un pequeño chillido que acalló con un beso. La intensidad pronto fue aumentando.
Al terminar, él fue el primero en hablar.
-Siempre he querido hacer esto contigo en los vestuarios, deberíamos probar, o quizá en una de las salas polivalentes...